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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

El padrenuestro de Benedetti

17 de septiembre de 2020 - 00:00

Me enteré por redes sociales que el poeta uruguayo Mario Benedetti cumplía 100 años, convertido en vivo eterno entre los muertos. Entonces fue al reino de los libros y le pregunté dónde estaba. Lo encontré, todo hecho palabras, oliendo a tallo de árboles. Yacía entre las hojas de “La poesía es memoria a la deriva”, pintada por el Fondo editorial Casa de las Américas, 2003, ubicada en el Vedado, La Habana, Cuba.

 Hice lo que hago casi siempre, aunque después estornude flores: olí el libro, en acto ritual, sin ningún distanciamiento social. Luego lo abrí, para que me hablara leyendo. Transcribo parte de lo que me dijo para que les dijese a ustedes y lo repitieran, con la consigna de vencer la desmemoria de la deriva y traspasar el tiempo sosteniendo el hilo recto, ondulado o circular, donde patina el ánima. Así rezó Benedetti:

 - “Padre nuestro que estás en los cielos con las golondrinas y los misiles, quiero que vuelvas antes de que olvides cómo se llega al sur del Rio Grande…En agosto de mil novecientos sesenta ya no sirve pedirte venga nos el tu reino, porque tu reino también está aquí abajo metido en los rencores y en el miedo, en las vacilaciones y en la mugre, en la desilusión y en la modorra, en esta ansia de verte pese a todo”.

 -Padre nuestro “Perdónanos si puedes nuestras deudas, pero no nos perdones la esperanza…poco importa que nuestros acreedores perdonen, así como nosotros una vez por error perdonamos a nuestros deudores. Todavía nos deben como un siglo de insomnios y garrote, como tres mil kilómetros de injurias, como veinte medallas a Somoza, como una sola Guatemala muerta”.

 - “No nos dejes caer en la tentación de olvidar o vender este pasado o arrendar una sola hectárea de su olvido, ahora que es la hora de saber quiénes somos y han de cruzar el río, el dólar y su amor contrarrembolso, arráncanos del alma el último mendigo y líbranos de todo mal de conciencia. Amén”

 Benedetti nació en 1920, vivió exiliado varios años y partió al para siempre en 2009. El crítico Nicolás Padrón Barquín señala que su poesía se alimenta de un auténtico realismo, presentado como un gran fresco, donde se denuncia a la vez lo social y las pequeñas miserias. Se ha convertido en una poesía popular, “porque siempre nos muestra el mejor ángulo del cielo”.

 

-Siguió rezando Benedetti: - “Voy a cerrar los ojos en voz baja voy a meterme a tientas en el sueño. En este instante el odio no trabaja”.

 

 

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