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El Telégrafo
Daniel Simancas

Ómicron, el espejismo de una infección leve y el caballo de Troya para una enfermedad crónica

19 de enero de 2022 - 00:00

Estoy entusiasmado de poder plasmar mis letras y escritos de profesor en este prestigioso espacio. Vamos a poder interactuar cada 15 días en este 2022 y eso me llena de emoción y me motiva a seguir escribiendo. Empecemos…

Gran parte de nuestro problema se debe a un error en la interpretación de lo que representa esta nueva variante. Todos, autoridades, médicos, expertos en salud han tratado de ventilar por doquier la premisa de que ómicron es menos peligrosa que las otras variantes, y anuncian un fin anticipado de la pandemia COVID-19 que es deseado, pero no es real. El problema de generar esas ideas es que lamentablemente produce una reducción de la percepción de riesgo por parte de la población con la concepción equivocada de que “la variante no es un peligro en absoluto”, “es una gripecita no más” “ómicron es la vacuna que necesitamos” y todo esto invita a la relajación y pérdida de las medidas de prevención.

¿Qué hay de cierto en una aparente reducción de la agresividad del virus? Pues bien, la evidencia actual invita a creer que ómicron parece respetar a los pulmones que, como todos sabemos, es el lugar donde se produce la neumonía, condición que agrava el pronóstico de pacientes COVID. Esto porcentualmente produce menos probabilidad de hospitalización y muerte en las personas contagiadas cuando comparamos con las olas anteriores. Sin embargo, es una realidad a medias; los datos nos han llevado a una engañosa campaña tranquilizadora que nos ha pasado factura. ¿Por qué? Porque nos comimos el cuento de que esta variante al provocar síntomas leves a nivel individual podría pasar desapercibida a nivel poblacional y no fue así lamentablemente.

Entonces si es una “variante dócil, leve, suave, fugaz” y además brinda “inmunidad”, ¿por qué no dejar que la población se infecte? Por dos razones, en primer lugar, es posible que toda la población se llegue a infectar (si no hacemos nada o muy poco), el problema es que no es deseable para ningún sistema de salud que todos a la vez se lleguen a infectar porque se produciría muertes por falta de atención y saturación de los hospitales como lo estamos palpando hoy en día; y segundo lugar, porque al promulgar un contagio masivo se podría condenar a la población a que adquiera una enfermedad crónica (Covid persistente).

Una investigación publicada en la prestigiosa revista NATURE reporta que, en el 80% de los infectados se ha visto la persistencia en el tiempo de al menos un síntoma (falta de aire, cefalea, calambres, pérdida de olfato, del gusto, caída de cabello, insomnio, ansiedad, entre otros). Adultos desarrollarían síntomas a largo plazo y los niños con una frecuencia importante podrían presentar el “síndrome inflamatorio sistémico”, una condición de inflamación crónica que afecta a varios órganos. Por tanto, resulta ser inoficioso y antitécnico dejar que esta variante ómicron sea el “Caballo de Troya” que nos está engañando a todos.

"No es el momento de rendirse". "No es el momento de declarar que este es un virus bienvenido. No es bienvenido ningún virus que mate a la gente”, Mike Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias de la OMS.

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