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El Telégrafo
Wilfrido Muñoz Cruz

¡No todo está perdido!

09 de abril de 2023 - 15:36

Repensar el espacio político del Ecuador, es la tarea que los convergentes nos debemos plantear. Es fundamental ofrecer un proyecto arraigado en el país, tratar de identificar claramente cuáles son los retos que tenemos, hace falta una visión que combine la confianza en las instituciones y atribuya al gobierno un papel estratégico evidente para dar una respuesta fundamentada en los valores que compartimos la mayoría para hacerle frente a estos momentos tan intensos y especiales que nos toca vivir. 

La pandemia dejó a su paso caos – destrucción – tristeza, producto de ello una crisis generada de forma endógena y aumentó más la pobreza y las desigualdades, con éste solo elemento se convierte en prioritario recoser el país; frente a un sistema agudo caracterizado por relaciones de intereses económicos e individualistas entre los seres humanos que nos lleva a conformarnos en un Estado con un denso tejido cívico, muchas veces conflictivo, a ratos “ingobernable”, hoy entrampado por grupos de delincuencia organizada transnacional que intentan sembrar el terror, por ello me parece vital el pensamiento de Hannah Arendt y recuperar la concepción ética republicana para la mejora de la convivencia cívica y democrática en todos los entornos en los que nos desenvolvemos. La solución no está en la derecha que lo fía todo a la lógica del mercado, ni en la izquierda reaccionaria sin propuesta que juega a la demagogia; ahora podrían emerger nuevas iniciativas ciudadanas basadas en la solidaridad y la fraternidad. 

Para estos días es tan frecuente la desmotivación y el miedo, producto de una percepción legítima respecto a la inseguridad del país. Se ha producido un aumento de la inestabilidad política, la xenofobia, el racismo y un alto grado de intolerancia, que otrora parecían inmunes en nuestro país. También es notorio el sentir de impunidad de los ciudadanos ante flagrantes delitos cometidos por maleantes, que asesinan a inocentes y luchan por espacios de poder entre la droga y el crimen organizado; basado en la corrupción de algunos operadores de justicia, cuya actuación degrada cada día la confianza en las instituciones. 

Las contradicciones políticas existentes enfadan a aquellos que queremos un poco de tranquilidad. Los que antes decían SI, ahora responden NO, en una consulta popular que buscaba resolver un problema neurálgico referente a la extradición de aquellos ecuatorianos involucrados en delitos transnacionales. Además, es evidente la tarea que llevan por delante aquellos que están comprometidos con quien sabe que intereses de torpedear todo lo que no venga de su iniciativa política; sumado a una desaforada lucha por conquistar audiencias que superan la empatía humana. Lo más básico no está contrastado, con mensajes ofensivos, falsos, cargados de morbo. Hemos perdido el respeto a todo, (a las instituciones, a las personas, a la familia), cada quien cree tener la razón y libera sus pasiones sin medida escudados en las redes sociales. 

Me pregunto, ¿Cómo contener una avalancha de este tipo?, ¿Cómo contribuyes desde lo que eres, desde tu posición? La crítica y los disensos siempre serán vitales en democracia, pero porque con no agregar un propósito y entregar propuestas -alternativas. Hay que liderar las reformas que hagan que nuestras instituciones limiten el riesgo de la corrupción, generando confianza entre la gente y promoviendo comportamientos cívicos, definirnos como nación de gente honesta y transparente, soñamos con una democracia más vibrante. Aquí la educación, el pensamiento crítico y la creatividad de las personas son fundamentales a la hora de garantizar un país con un fuerte nivel de cohesión social y un buen funcionamiento del ascensor social que respalde nuevas inercias.

Asumiendo que la fractura social es un lío político que pone en permanente riesgo a la sociedad, empobrece a las clases medias, debilita la democracia, fortalece a los aventureros de izquierda y derecha y nos condena a calificarnos como un país “low cost”; no podemos distraer la mirada en un país que se fundamenta en los antepasados, tal cual lo advertía Ortega y Gasset: “El pasado no nos dirá lo que debemos hacer, pero sí lo que deberíamos evitar”.

Rescatando a Einstein, ”No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”. No debemos atribuir a la crisis los fracasos y penurias. La desmotivación nos está complicando la salud física y mental. El crear conmoción, no es una forma de contribuir. Si todo está mal, tú no estás haciendo lo que corresponde. “Lo único que falta para que el mal triunfe es que los buenos no hagamos nada”. El reto es: no perder la esperanza, ¡no todo está perdido! Yo creo en mi país, pero no sólo depende del gobierno y sus autoridades, depende de todos. Ésta es mi forma de contribuir, sacar a relucir y amplificar mi pensamiento y apostar por la resiliencia de los ecuatorianos, que es nuestra capacidad para responder a las adversidades que nos están afectando.

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