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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

No riman Ética y Derecho

22 de junio de 2020 - 00:00

La columna anterior dejó interrogantes. Me criticaron: “y si la ética es subjetiva y existen tantas éticas como personas, ¿dónde queda el bien y el mal?”.  Es que con esas preguntas cayeron en un círculo vicioso: ¿El bien según quién? ¿El mal según usted? ¿Su moral es mejor que la mía? Créanme, es mejor huir de conceptos tan abiertos, personales e indefinibles. Mejor denme la oportunidad de concluir la idea.

¿Cuál debe ser el faro que ilumine nuestro andar? La respuesta es sencilla. Aquel que no depende de criterios, valores y vivencias personales. Les presento la luz del Derecho, que gracias a estar escrito no importa lo que usted piense o crea, porque el Derecho regula la vida de todos por igual. Así que, a la velocidad del “ya”, vamos a ver ciertas ideas esenciales.

No crea que el Derecho escrito se sustenta en la moral. No. El Derecho Natural (la moral no escrita que dicen algunos que sustenta al Derecho escrito) no equivale a Derecho moral, sino a una teoría más sobre la moral. El Derecho Natural se funda sobre la concepción subjetiva de Justicia de su pensador, pero no es Derecho, es arbitrio violento del pensamiento.

El Derecho escrito es el conjunto de normas creadas o modificadas a través de actos humanos e identificables mediante criterios ajenos a la moral. Estas normas tienen tres efectos esenciales: 1) deber jurídico de obediencia y cumplimiento; 2) sanción o reacción jurídica en caso de infracción del deber anterior; y, 3) eficacia constitutiva de las relaciones humanas.

El Derecho regula la vida sin importar nuestras creencias, inclinaciones, depravaciones y virtudes. La moral es el estudio del deber ser, pero del deber ser de cada quien. El Derecho es el ser, pero el ser de todos. El Derecho es utilitarismo puro y duro; existe para que funcione una determinada sociedad.

 La sociedad cree que si algo no es delito es porque el legislador no lo ha encontrado reprochable, por lo tanto es moral. Este error es muy común. Pensar que las disyuntivas morales terminan cuando son codificadas es otro error. Ni la moral debe marcar la tendencia del Derecho ni el Derecho convertirse en un referente de moral codificada.

Por ello, le pido que deje de ser autoritario, pues su moral no tiene porqué ser la moral ajena. Mejor sea civilizado y exija legalidad, porque ésta es para todos, nos guste o no. Y usted me dirá: “pero si el Derecho no es más que fuerza”. Y yo le responderé: pero por supuesto que sí. (O)

 

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