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El Telégrafo
Jéssica Jaramillo

Ni mercadofobia ni mercadocracia

26 de septiembre de 2020 - 00:00

En el país hay un interés particular de dos tendencias que pretenden mantener la polarización, e instalar la idea de que la política se divide en: correísmo y anticorreísmo.

 Así, estas dos visiones se afianzan, dividen al electorado en blanco o negro, en izquierda - derecha, en buenos y malos. Estrategia perversa para la democracia, que es peligrosa para los soberbios que creen tener la elección ganada.

 Se equivocan los estrategas de Guillermo Lasso cuando lo posicionan como el candidato único de la derecha, el casi presidente y lo venden como el perfil anti-Correa, el candidato del libre mercado, sectores económicos, la banca y del conservadurismo más profundo que niega derechos a las mujeres.

 Y exactamente lo mismo sucede con la Revolución Ciudadana, Arauz se atrinchera en el discurso comunista, propone repatriar capitales y confiscar bienes; discurso que crispa y enciende las alertas a las Cámaras, a empresarios y clase media; pero que es eficiente a la hora de reagrupar a quienes creen en la lucha de clases, en la dictadura del proletariado, la revolución bolchevique y el bloqueo cubano.  

 Lo cierto es que ambas posiciones son riesgosas, crean un ficticio bipartidismo que invisibiliza a otros sectores de nuestras sociedad, como pequeños emprendedores, ambientalistas, feministas, socialdemócratas, a quienes creen en una economía verde, en un futuro sustentable. 

 Esta polarización deja fuera a quienes pensamos en el Estado como un ente regulador, con un papel activo en la economía, la sociedad y la cotidianidad;  lejos del estatismo y del fundamentalismo del mercado.  El profesor Ludolfo Paramio define a esta vía moderada como “ni mercadofobia ni mercadocracia”.

 Y aunque recién empieza la campaña, está claro que los actores que logren captar el centro político pueden aprovechar esta oportunidad y beneficiarse de ese nefasto bipartidismo impuesto por los intereses de la banca y de quienes ya han gobernado el país.

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