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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El Mundo según el Rock and Roll. Track In memoriam: The Pretender

01 de abril de 2022 - 23:56

Una de las cosas que no me gusta de mi religión y mitología favorita, es el concepto de mártir del rock. La inmortalidad debería asegurarse gracias a una carrera larga y fructífera, no en los obituarios. A contrario de muchos, creo firmemente que los rockeros sí van al cielo, y deberían llegar a viejos. Eso de que se vean limitados a volverse una supernova y un motivo para recordar de lo efímera es este suspiro cósmico que llamamos vida. Pero hay que hablar del tema, de nuevo. Hace un rato me enteré por las sempiternas redes sociales la muerte de Taylor Hawkins, la fuerza detrás del sonido de la banda más improbable y exitosa del panorama del Rock and Roll: Foo Fighters. De esto y de qué debemos pensar como sociedad de las sustancias, va el texto de esta semana

El sonido de los Fighters se basa en la decisión, la franqueza y el poder. Hawkins era rematadamente bueno para eso.  Con un profundo sabor de rock clásico y conducido por guitarra, podía mantener una inagotable presencia en batería (no en vano Grohl toca la guitarra en los FF, siendo el uno de los mejores en la batería en el mundo hoy) y lograron generar un tándem imparable, siendo de las pocas agrupaciones capaz de llenar estadios por si solas. Además, era una de las figuras más querida del rock. Un tipo capaz de creer en su música, su estilo de vida y lo que eso representa con corrección, honestidad y profundo compromiso con los fans. Y todo con una inagotable sonrisa.

Dave Grohl creó esta banda para demostrar que podría sobrevivir después de las cenizas del ícono que destruyó toda la música de los ochenta: Nirvana. El, junto a Pat Smear, el último guitarrista de la banda; y otro sobreviviente de una banda fracturada por la tragedia como The Germs, decidieron mantener la violencia y las guitarras afiladas del punk junto a una impresionante sensibilidad pop. Se reclutaron a Hawkins, quien ya hacía que el Jagged Little Pill de Alanis Morrissete sea básico en el sonido de los noventa. Y Hawkins y Grohl iniciaron una fructífera relación de construcción musical y amistad hasta una aciaga noche en Bogotá.

Solo escuchen The Pretender, primer single del larga duración  Echoes, Silence, Patience & Grace (RCA Records). La batería de Hawkins hermosa en su decisión y simpleza machaca un ritmo que asciende gracias al riff de Grohl. Es una historia de resistencia emocional contra un enemigo desconocido, que uno puede ubicarlo en Sistema, los Políticos, o la Vida misma. En el coro, ambos lo dicen muy claro:

¿Y qué si digo que no soy como los otros?
¿Y qué si digo que no soy otro más de tus juegos?
Tú eres el que aparenta
¿y qué si digo que nunca me rendiré?

A Hawkins lo mató una mezcla de sustancias (al menos eso dicen los primeros informes), y eso da pie a la historia típica de la compleja situación entre las sustancias sujetas a fiscalización en la sociedad. Los argumentos de como la industria de la droga corrompe instituciones, destroza sociedades y mata personas, se une a la libertad de los seres humanos de usar con su cuerpo (lo único que es realmente nuestro) y del concepto de daño que se extiende a familias y comunidades.

Creo que todas estas muertes, y las que suceden a nuestro alrededor, además de nuestra ceguera al mantener el tema de las drogas como un problema delincuencia y no como uno de salud pública, debe llevarnos a un nuevo momento, en el marco de un debate inteligente, comprometido y maduro sobre el tema. Acá en tierras ecuatoriales, el asunto está fuera de control. No somos la Isla de Paz. Somos un país donde se consumen sustancias y nos nos explicamos por qué y qué vamos a hacer con eso. Hawkins terminó en una vorágine a pesar de ser parte de algo profundamente querido y respetado por todos. Imagínense el sufrimiento de alguien que no tiene nada y además de eso está atrapado en las sustancias.

Empatía, entendimiento, acciones basadas en el respeto. Creo que eso es la música de Foo Fighters. Son de esas instituciones que demuestran a todos porque decidimos ser parte de algo tan delirante llamado rock and roll. Pensemos también – en medio del luto de perder un extraordinario músico - en el tema de las sustancias. Ahora se ha vuelto un tema tan preponderante que cualquier silencio es cómplice de daños a la salud pública y el contrato social.

Más que nunca, crean en esto. El rock and roll. Nos vemos en 15 días.

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