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El Telégrafo
Duglas Rangel Donoso

Matrimonio igualitario

24 de julio de 2019 - 00:00

Hace el día, la mañana florecida, el aire huele a vida y el agua baja de los ríos directo a  los árboles, rocas, animales y personas. Todo está vivo. No ha caído lava ardiente, ni piedras destrozadoras; ni salvación ni pecado. Todo es como es,  pero como siempre ahora las cosas son más de lo que son.

Los que anunciaron el fin de los mundos y el castigo de las nueve plagas malditas porque en el país se aprobó el matrimonio igualitario, se han quedado decepcionados. El mal pasó de largo y se quedó en sus cabezas. Anunciaron desgracias ante la resolución de la corte que dio un paso adelante en la concesión de derechos a las personas del mismo sexo para contraer matrimonio.

Tal como lo decía Bauman: la modernidad liquida. La familia tal como la concebíamos es una idea que se ha licuado. Lo que creíamos que era una institución fuerte, sólida, hoy ya no tiene esa contundencia. Hoy la tasa de divorcios es más grande que la de matrimonios.

Se acabó la estabilidad; vivimos en incertidumbre todo el tiempo. Ya perdemos  el  empleo, la familia se derrumba y los valores con los que nos criamos e inculcamos a nuestros hijos, ahora no son tales sino que son cuestionados en la exigencia de una modernidad que ha traído claridad en temas como la sexualidad que eran tratados con discrimen y burla.

La gente quiere ser feliz. La felicidad humana ya no es un tema religioso ni divino. Con Dios o sin dioses los seres humanos buscamos y anhelamos la felicidad. Ni pastores ni sacerdotes pueden impedirnos ser felices; los que así lo anhelan pueden vivir  su sexualidad con otro igual, aceptándola en plenitud y gozo que conduzca a vivir una vida plena y realizada en nombre del amor y la alegría.

¿Son pervertidos los homosexuales? Pervertidos y criminales son quienes matan sin piedad a mujeres que un día amaron y hasta son las madres de sus hijos. El femicidio no es un delito de homosexuales;  es un horror de la sociedad, es la manifestación de la violencia contra la familia.

Los gais no están contra la familia porque con su práctica no perjudican a nadie. Están extendiendo la idea de la familia hacia la proyección de hombres y mujeres que se casan con su igual en nombre de la esperanza del amor. El resto es inquisición. (O)

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