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Fausto Segovia Baus

Sobre el matrimonio igualitario

01 de mayo de 2019

El tema es complejo y polisémico. Existen varios enfoques, disciplinas y pareceres –no exentos de principios e intereses-, que dan al matrimonio igualitario un velo de misterio, prejuicio e incluso mezquindad.

Bien sabemos que el origen del derecho está signado por las leyes, la jurisprudencia, la costumbre y la doctrina. En el caso del matrimonio, la mayoría de las legislaciones de origen romano lo reconoce como un contrato solemne, entre un hombre y una mujer, para vivir juntos y ayudarse mutuamente. Pero los orígenes del matrimonio –y de su contexto inmediato, la familia- son más profundos.

Antes de la llegada de los españoles a América, en estas tierras ya hubo una serie de costumbres que regularon las relaciones sanguíneas y políticas entre los miembros de las tribus y donde figura la excepcionalidad (homosexualidad). Desde la Edad Media y con la llegada de la modernidad, la influencia de la Iglesia, del Estado y de los denominados canonistas fue notoria, porque imprimieron un orden social rígido ajustado a normas de rectitud moral y religiosa, en las que ciertas transgresiones sexuales fueron ubicadas dentro de marcos patológicos y pecaminosos –e incluso ilícitos-, que en buena hora están superados por la doctrina de los derechos humanos.

El matrimonio igualitario –conocido como matrimonio gay- ha existido en diversas culturas desde la antigua Roma y China, pero las primeras leyes aprobadas datan de la primera década del siglo XXI, con diferencias entre países y culturas, que han incorporado instituciones no matrimoniales de carácter civil, en ocasiones cuestionadas por fomentar la discriminación al no otorgar los mismos derechos.

Los nuevos tipos de matrimonio y familias son tendencias mundiales, que obligan a las sociedades a mirarse en un espejo y a los líderes a delinear políticas no discriminatorias, alejadas de los dogmas y abiertas a la defensa de la vida. Una educación sensible a los cambios sociales complementada por una comunicación que articule saberes y comportamientos responsables es necesaria. (O)

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