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El Telégrafo
Edwin Hidalgo

Los magos del nacimiento

17 de diciembre de 2019 - 00:00

La verdadera tradición navideña que llegó a Latinoamérica fue la del nacimiento. Esta costumbre la inició San Francisco de Asís en 1223. Al inicio solo incluía a Jesús, José y María. Luego añadieron los pastores y animales domésticos de Israel: borregos, burros y vacas.

Al pasar de los siglos se añadieron animales que no pudieron estar allí: chanchos (prohibidos en el judaísmo) y otros de otras geografías, como elefantes y monos. En el siglo XVI, cuando llegó el nacimiento a nuestras tierras, la gente del pueblo añadió llamas y hasta cuyes.

Otro añadido anacrónico fue el de los llamados tres reyes magos. Aunque estaba bien el uso de camellos para estos personajes, no estaba bien que llegaran al pesebre pues el evangelio los hace aparecer después de un tiempo de nacido el niño Jesús.

Segundo, los tres reyes magos ni eran tres ni eran reyes. Alguien supuso que eran tres por los tres regalos: oro, incienso y mirra (un perfume). Luego, ya entrada la Edad Media, alguien pensó que si Jesús era rey, los visitantes debieron ser reyes.

Lo único que dice el evangelio (Mateo 2) es que eran unos magos. Esto no quiere decir que eran como Harry Potter o como Houdini. Magos se llamaban entonces los sacerdotes de la religión monoteísta de Persia, el mazdeísmo. No es que adoraran a los carros Mazda, sino al dios único Mazda, nombre persa.

Estos sacerdotes eran llamados magos y eran persas, más blancos que los judíos. Por eso tampoco es correcto poner un mago africano. Eso se hizo para darle sentido universal a la visita de estos magos.

El nacimiento es la tradición mediterránea que recibimos el siglo XVI. Solo después de 1945, con el apogeo de EE.UU., vino la tradición nórdica del árbol de Navidad, de ciprés. Felizmente el árbol actual es artificial; cortar árboles suena criminal en este tiempos. Tampoco es la fecha muy apropiada. Si Jesús hubiera nacido en diciembre, no hubieran estado los pastores durmiendo al aire libre en Belén. (O)

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