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El Telégrafo
Oswaldo Paz y Miño

Los pueblos se dan los gobernantes que merecen

17 de febrero de 2023 - 00:00

El un Estado de Derecho, democrático, aunque sea en ocasiones la democracia es una  pantalla, para proponer al pueblo candidatos no preparados para los cargos que aspiran, o para a través de leyes ad hoc, que confirman hecha la ley, hecha la trampa, delincuentes sentenciados, y políticos corruptos, encuentren resquicios legales con la complicidad de jueces de su calaña, opciones para zafar pronto de las cárceles, y para sin devolver un centavo de lo que según las sentencias se llevaron quedar libres.

Los políticos castigados penalmente logran salir de cana, más temprano que tarde, beneficiados por un entramado legal que fue perfectamente construido y consolidado antes, y durante el cometimiento de los actos corruptos, luego de los cuales, pillados que fueran algunos, valerse de la blanduras y orificios de las leyes y por esas rendijas ver la luz en las calles, y no a través de los barrotes, de los centros de detención, por los que parece algunos no pasaron realmente, ya que desmejorados al menos físicamente no salieron, sino revitalizados.

En democracia, cuando el gobernante es autócrata, sátrapa camuflado, en una Constitución creada ad hoc, para sus andanzas, y leyes elaboradas por levanta manos, que blindaban  la circulación del déspota y sus amiguetes, parientes y obsecuentes, algunos fugados, otros presos, otros bien librados, es decir no pillados,  la libertad de prensa, de información de opinión, de debate político, tiene censuras variadas y se generan miedos que al final silencian y queda el campo propicio para que se cometan fechorías de alto calado económico en contra del Estado, del país y su patrimonio, y así sucedió en este país por más de 10 años verdes, que luego se matizaron con amarillo. Lo que en estás épocas no sucede.

Con tanta porquería derramada, con tanta corruptela descubierta, con muchos sentenciados, y prófugos con placa, con engrilletados algunos y algunas, con la constancia pública y repulsiva, sistémica a una asamblea inoperante, lenta, boicoteadora, zurcida para crear mayorías contra natura, empeñada en tumbar el gobierno de angas o de mangas, el pueblo tuvo en sus manos y nunca mejor dicho la oportunidad de reducir el número de asambleístas y de iniciar la demolición de ese invento correista CPCCS nefasto para el país, y provechoso para sus creadores y sus travesuras, y no lo hizo, y determinó que el país siga viviendo en el lodazal legado por los verdes, ya aliados con los oxigenados amarrillos.

 Según los resultados del CNE, todas las preguntas de la consulta popular no tuvieron los votos suficientes para ganar, quedando tal afirmación con un tufillo a engaño cuando se encuentra y se denuncia por parte del propio CNE  “Cuatro días después de las elecciones seccionales, el vicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Enrique Pita, aseguró que encontró un supuesto “centro paralelo” en la delegación de Guayas, donde se imprimían actas de reconteo no oficiales que favorecerían al ‘No’ en el referendo. ”Tomado de https://www.primicias.ec/noticias/seccionales-2023/pita-supuesta-bodega-paralela-consejo-electoral-guayas/ ¿ Pese a la denuncia y a las acciones administrativas y judiciales tomadas, lo concreto es que los resultados y la votación se han confirmado.

Dicho lo dicho, poco derecho al pataleo, a la queja queda, somos lo que elegimos. Y así nos va, somos un país pobre, endeudado, corrupción galopante, desempleo, harto de impuestos,  inseguridad total, pública, ciudadana, jurídica, sin liderazgo noble, y sin estadistas o sea, carente de  políticos que se preocupen no de la coyuntura de sus períodos sino de las generaciones venideras.

El gobierno central, debilitado, al filo del abismo por errores crasos, falta de firmeza, decisión, pésimos asesores, y ministros, fallido en su estructura comunicacional. Un ejecutivo dubitativo e inseguro, es perfecto caldo de cultivo para que los enemigos del gobernante, del sistema, de la democracia quienes  pese ese juicios, atracos comprobados, sentencias, grilletes y fugitivos, han logrado éxitos electorales. Y el pueblo a sabiendas de todo lo putrefacto del pasado que se remonta a doce años atrás, haya concedido el voto a candidatos de esos orígenes.

La guinda del pastel son las denuncias sobre posibles actos de corrupción en el denominado caso “Gran Padrino”, que tiene que resolverse mientras más pronto mejor, en los espacios judiciales, no en las redes sociales de los medios, ni en las de los particulares.  La fiscalía ha de asumir con total empeño y contundencia el tema, para que los jueces dejen en evidencia y sentencien de ser del caso a los que hubieren cometido delitos, sean los que fueren, fallos que contaran con pruebas fehacientes, no especulativas, no con verdades a medias, no con nombres incompletos, y con la convicción sustentada del cometimiento de los delitos que las autoridades determinen, no otras personas, sino las que tienen jurisdicción y competencia para hacer justicia. El país quiere la verdad, quiere conocer como los jueces determinan la fortaleza de las denuncias, y las pruebas y las contrapruebas. Los denunciantes y los denunciados tienen la vigilia del Ecuador sobre ellos, veamos en que termina y como. La presunción de inocencia no se quiebra en las redes sociales, ni en campañas que se lleven en ellas. La rompen los jueces, eso en un Estado de Derecho, dentro de un debido proceso.

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