-
10:33 Sociedad: Vacuna de AstraZeneca contra el covid-19 se aplicará en Ecuador
-
10:17 Política: Henry Kronfle: “La Asamblea no puede ser acólita del gobierno de turno sino del pueblo al que representa”
-
09:54 Economía: Propuesta de creación de nueva área protegida, eje del debate en cumbre pesquera en Galápagos
-
09:40 Mundo: Entra en vigor la nueva ley del aborto en Argentina
-
09:18 Mundo: El Kremlin desestima el número de personas que salieron a marchar en respaldo a Navalni
-
06:00 Justicia: En 40 centros penitenciarios, 8.307 personas privadas de libertad elegirán presidente y asambleístas
-
00:38 Sociedad: 500 personas ya son parte de “Comunidades fuertes”
-
00:34 Cultura: La buena suerte: el amor como redención y totalidad
-
00:07 Sociedad: La telemedicina resuelve el 75% de padecimientos más comunes
-
00:00 Cultura: Las voces y la imaginación

¿Por qué cuando algo fracasa se cree que es pérdida, daño, hundimiento? ¿Un naufragio difícil de aceptar? La vida, en todas sus expresiones humanas, es una aventura. No una situación de moderación, aquiescencia y paz. Es una apuesta que permite torcer el poder de pocos y asumir las ambiciones ocultas del saber social acumulado en la rabia, el deseo, la conciencia y la voluntad de amarlo todo.
Así, verbigracia, muchos estudiosos de hechos históricos que sellaron el devenir mundial, por ejemplo, la Revolución rusa -que el año pasado cumplió 100 años- apuntan un modo de caracterizarla (varios de ellos en suspicaz consenso), es decir, usan una palabra para definirla taxativamente: fracaso. ‘La Revolución rusa fue un fracaso’, sentencian. Pero, ¿qué pasaría si se admitiera que tal revolución fue un fracaso rotundo? ¿Acaso esa admisión le restaría la potencia social que su irrupción causó en el siglo XX? ¿La haría etérea para indagar procesos revolucionarios y modelos económicos y políticos previos y posteriores en la Rusia zarista y la Unión Soviética socialista?
El reduccionismo es el peor método para aprehender contextos sociales complejos ayer y hoy. Una revolución es una causa larga y tortuosa por las implicaciones del lugar histórico y las múltiples corrientes que la surcan. Recuerdo que cuando leí La educación sentimental de Flaubert me cautivaron los intrincados escenarios y coloquios y los dispares personajes de la Revolución francesa (1848) y sus cuitas ideológicas, morales y sensitivas. Ergo, una revolución es triunfo y desengaño, en simultáneo. Como el amor.
Resulta execrable que ¿cualquier? proceso social sea definido -por gente hipotéticamente formada en el rigor del conocimiento social- a través de una conjetura, construida desde el activismo demagógico que lo idealiza todo, incluido el pueblo. ¡La realidad social, entonces, sería un completo fracaso porque no calza en las teorías!
Ninguna colectividad naufraga, todas las sociedades luchan, a su manera, pero luchan.
Ninguna revolución es un fracaso per se.
Es un saber, una montaña de riscos. Unos aprenden. Otros se mueren. (O)
Te recomendamos
Las más leídas
- 1
-
¿Leonidas Iza y Fernando Daquilema, líderes similares?
Política - 6
-
La extinción de dominio rescata los bienes y activos de la corrupción
Política - 2
-
Siembra vientos
Política - 7
-
Mario Cuvi: “No tiene sentido que se escojan tantos asambleístas, que la gente no conoce”
Política - 3
-
Daniel Cevallos: “El internet no debe ser considerado como un consumo especial”
Política - 8
-
Antonio García: “Hay que devolverle el carácter preventivo a la Contraloría”
Política - 4
-
Juez penal del Guayas dispone que la sentencia contra los miembros del CNE sea suspendida
Política - 9
-
Henry Kronfle: “La Asamblea no puede ser acólita del gobierno de turno sino del pueblo al que representa”
Política - 5
-
Asamblea ratificó el convenio contra la violencia y el acoso en el trabajo
Política