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El Telégrafo
Edwin Hidalgo

Lenguas vivas y lenguas muertas

31 de julio de 2018 - 00:00

Una lengua viva tiene hablantes nativos. ¿Qué es un hablante nativo? El que aprendió a hablar de pequeño la lengua V como su primera lengua. Ejemplo: español, nuestra lengua nativa. Una lengua muerta, M, no tiene hablantes nativos. Nadie aprende M como lengua nativa, aunque puede haber gente que se comunique en M. Ejemplo: el latín. Dos curas de diferentes lenguas nativas pueden estar hablando latín en Roma, pero nadie habla a sus hijos en latín (y menos los curas católicos, por definición). Ningún niño aprende a hablar en latín, como lengua nativa. Pero se puede aprender a hablar en latín, hasta se puede aprender a leer y escribir en latín. El latín es la lengua oficial del Vaticano, pero es una lengua muerta, porque no es la lengua nativa de nadie. Los curas hablan latín con la pronunciación italiana y no la incierta del latín clásico: la C como la /ch/ del español (y no la /k/ del supuesto latín clásico), la V como /v/ labiodental del italiano (y no la /u/ clásica), etc. Esta pronunciación debería enseñarse en las clases de latín en colegios y universidades, pues el estudiante adquiriría casi dos lenguas por el precio de una: latín e italiano. 

Hablando de lenguas muertas, hay un fenómeno extraordinario. El hebreo floreció hace 3.000 años en Israel. En esta lengua se escribió la Biblia. Hace unos 1.850 años dejó de hablarse como lengua viva, es decir, ningún niño aprendió a hablar en hebreo desde el año 150, más o menos. Después solo fue una lengua litúrgica para rezar los sábados en la sinagoga judía (como se usaba el latín los domingos en las iglesias católicas romanas hasta 1965). El hebreo fue una lengua muerta hasta alrededor del año 1.850 (1.700 años después), al resucitar como lengua viva, cuando algunos judíos en Israel comenzaron a hablar solo en hebreo a sus hijos. Hoy, en Tel Aviv un niño llama a su madre “Ima”, tal como Jesús (Yeshua) llamó a su madre María (Miriam) hace 2.000 años o como Jacob (Yakov) llamó a su madre Rebeca (Rivka) hace 3.500 años. (O)

 

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