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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Las urgencias y la excelencia

13 de octubre de 2020 - 00:00

Cada día que pasa, en estos ya largos meses en los que la pandemia del covid-19 nos ha tenido en vilo, sentimos esa desazón que se acentúa por la incertidumbre frente a lo que vendrá; pero también afirmamos la convicción de que si hemos de construir ese futuro mejor, será basado en la educación de calidad.

No puede haber excusas que dejen de lado la urgencia de trabajar sin descanso por mejorar no solamente la cobertura, que por supuesto es importante, sino también la calidad.

Es evidente, a escala mundial, que las urgencias para el encuentro de medicamentos y vacunas tienen prioridad, así como también en países como el Ecuador, se reviste de extrema urgencia la consecución de los recursos que permitan desarrollar la vida con normalidad, así como sacar a las personas de las condiciones de extrema pobreza, que por desgracia, se van generalizando.

Pero no puede dejar de considerarse que otra de las urgencias que están en primera línea, tiene que ver con la educación.

Habrá que pensar en cómo recuperar la normalidad, empezando por los sectores rurales en donde el número de los alumnos es más reducido, y hacerlo con los niños más pequeños, que deben estar rodeados de los cuidados que pueden resumirse en el lavado cuidadoso de las manos, tantas cuantas veces sea necesario, el uso de las mascarillas y el distanciamiento entre las personas.

Pero el énfasis, hay que recordarlo, tenemos que ponerlo en la capacitación de los maestros, en recordar cuán importantes son para el desarrollo de una sociedad.

Es por esta y otras consideraciones que se hace necesario estimular a los docentes, no siempre es posible hacerlo desde el punto de vista económico, sino que hay esos premios simbólicos como la estatuilla Nôus que Fundación Fidal entrega cada año, desde hace doce, para premiar la Excelencia y mejorar la autoestima de los docentes, tan venida a menos en estos últimos tiempos, pero que ha sido revalorada por la circunstancia que obliga a los padres a quedarse en la casa y vigilar las tareas de los hijos, siempre en menor número que el que los docentes deben enfrentar.

Así es que lo recomendable es actuar en estas épocas inciertas con cuidados como es lógico, pero también con firmeza, para tratar de recuperar en un plazo prudencial, la vuelta a la normalidad, que con tan ricos matices nos seduce aún en épocas tan duras como la que vivimos. (O)

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