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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

La Realpolitik

19 de febrero de 2023 - 00:00

La política “realista” acuñada en Europa, propone el entendimiento de los actores políticos bajo la premisa del interés nacional, esa forma de ver y entender el accionar político, lejos del pacto bajo la mesa y los subterfugios propios del contubernio y la mañosería, les ha dado a las naciones la posibilidad de alcanzar niveles de gobernabilidad y por consiguiente de progreso.

Las evidencias históricas son muchas y muy ilustrativas, los logros conseguidos por el padre de la Alemania moderna Otto Von Bismarck, dieron paso a un estado de bienestar de los trabajadores, Clemenceau en Francia, Roosevelt y Kissinger en Estados Unidos, pragmáticamente bajo esta figura, supieron diferenciar entre ideología escrita en piedra y, las causas puntuales para lograr objetivos específicos.

La política real exige sinceridad y frontalidad para decidir, exige también cálculo y estrategia, diálogo y firmeza para romper la burbuja del poder. Al parecer el sablazo en las urnas, hizo efecto y se produjo el primer golpe de timón con el recambio de una parte de la cúpula gubernamental, ahora es el momento de las ejecutorias en el orden social, seguridad, obra pública y lucha anticorrupción con resultados tangibles, sobre este último rubro, la estrategia está propuesta, las líneas teóricas están trazadas, urge la reorientación institucional y la concreción de lo técnicamente planteado.

El timing político es fundamental para gobernar, el acuerdo nacional invocado por el presidente Lasso no puede plasmarse de la forma como se ha hecho en anteriores ocasiones, el diálogo debe ser orientado a diferentes sectores sociales y ciudadanos, empresarios, industriales, sindicatos, estudiantes, transportistas, academia, etc., la gente debe sentir que se trabaja y se logra cambios sustanciales en la vida de los ecuatorianos, sin injerencias ideológicas.

La década pasada tuvimos un estado de propaganda, ahora vivimos un estado de opinión digital en donde se construyen discursos y se exhiben audios y documentos que, reales o no, son interpretados y lo que es peor, generan a priori una sentencia anticipada, cuando en realidad son insumos de investigación.

La defensa de la Democracia y la República tiene que ir más allá de los nombres, debe sobrepasar las simpatías y antipatías, es indispensable la presencia de ciudadanos que piensen en el país, que honren a la Patria y que hablen la verdad, que le digan al gobernante no lo que quiere escuchar, sino lo que a conciencia, se debe hacer. No se puede, por ninguna razón, apagar la luz y cerrar la lanfor.   

Perder una consulta popular debe ser motivo de reflexión y enmienda, no implica el descalabro del gobierno, si fuese así, León, Sixto, Alarcón y Alfredo Palacio, Maduro en Venezuela o últimamente Boric en Chile debían haber sido defenestrados o “renunciados”, el Ecuador no puede regresar a la década de los noventa en que llegamos a tener tres presidentes en veinticuatro horas. Las lecciones deben ser aprendidas y asimiladas con miras a tomar las acciones correctivas que corresponden.

La pregunta es: ¿qué hacer?

Al final del día, los mismos políticos deberán trabajar en la reforma política, esa es su misión, para eso están y existen, porque es imposible continuar con un sistema político tan fragmentado, con un régimen de partidos caótico que solo ha servido para hundir más a la nación. En esa línea, hay una ecuación que no admite discusión y tampoco evasivas, la debilidad de la institucionalidad es directamente proporcional al incremento de los niveles de corrupción, en este contexto la estructura misma del Estado, cuya columna está en la Constitución del 2008, es el caldo de cultivo para la corrupción y la impunidad, lo cual genera una gobernanza que va de tumbo en tumbo.

Los actores políticos de las distintas funciones del Estado tienen la obligación de iniciar la reestructura constitucional. En tanto que, para la ciudadanía es urgente volver los ojos a la forja de una cultura política, para dejar de ser víctimas inconscientes de ladrones que, por negligencia e impunidad, se convierten fácilmente en prófugos, victimarios, sabidos y avivatos preparados exclusivamente para la trampa.

En el Ecuador de hoy, tal como lo han predicado los precursores de la Realpolitik, es preciso saber lo que se quiere… y cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo… y cuando se dice, hay que tener el coraje de hacerlo. 

 

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