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El Telégrafo
 Ricardo Hidalgo Ottolenghi

La osteoporosis, esa enfermedad inventada

21 de septiembre de 2022 - 00:00

En una época la función de los médicos era diagnosticar, tratar y prevenir; ahora resulta que una tarea cotidiana es ‘deprescribir’, es decir el proceso de suspender la prescripción de medicamentos mediante la modificación de dosis, sustitución o eliminación de fármacos cuando los efectos adversos superan los beneficios. Me declaro abiertamente un deprescriptor de varios medicamentos innecesarios; entre ellos, los que se utilizan para “tratar” la osteoporosis.

Definiendo

La osteoporosis es la pérdida de densidad mineral ósea asociada a la edad. La única manera de diagnosticar este proceso es mediante la ‘densitometría’ y aunque –en el mejor de los casos- puede tratarse de un factor de riesgo para tener una fractura, hay gente interesada en hacerle aparecer como una enfermedad.

La densitometría es una prueba que mide la densidad mineral ósea en las vértebras y en la cadera y es, por sí misma la prueba que define la ‘osteoporosis’ y la ‘osteopenia’. Me explico: si tiene una densidad ósea por debajo de la media -dos desviaciones estándar por debajo de la media- entonces usted tiene osteoporosis; pero si tiene la densidad por debajo de la media, pero no llega a dos desviaciones estándar entonces tiene ‘osteopenia’ (es decir una disminución de la densidad ósea leve, que en la mayoría de los casos puede estar asociada a la edad, sin que pueda considerarse una patología).

Es importante aclarar que como la osteoporosis es una definición ‘estadística’, siempre habrá un porcentaje de gente con osteoporosis, y casi la mitad de la población tendrá osteopenia.

La verdad de la mentira

Desde hace varios años y por cualquier medio de comunicación, uno de los mensajes más publicitados para persuadir a las personas mayores a tratarse la osteoporosis es que “con el tratamiento se reduce el riesgo de fractura a la mitad”. Esto es verdad, pero solo es una verdad relativa, veamos por qué: lo que ocurre es que nos presentan la efectividad del tratamiento en TÉRMINOS RELATIVOS y esto es engañoso. El estudio que se menciona encontró que el tratamiento redujo la incidencia de fracturas del 2,2% al 1,1%. La reducción relativa es del 50%, ciertamente, pero en TÉRMINOS ABSOLUTOS es del 1,1%. (Es decir, que hay que tratar a 100 mujeres para evitar una fractura).

Ahora analicemos otras estadísticas: para evitar una fractura de cadera en una mujer de entre 50 y 54 años hay que hacer una densitometría a 7.446 mujeres (cada prueba cuesta entre USD 25 y 40) y tratar a 227 mujeres (unos 520 dólares anuales por persona), mientras que para prevenir esa fractura en mujeres con edades comprendidas entre los 70 y 74 años hay que hacer una densitometría a 254 mujeres y tratar a 51. El coste de una fractura de cadera es de alrededor de unos USD 6.000. De tal manera que la “prevención” no resulta coste-efectiva, por donde se la vea.

La cuestión es si hay que tratar a cientos de miles de mujeres durante 25 ó 30 años para evitar una fractura a los 80 años.

Por otra parte, cada vez con más insistencia, se induce a las mujeres que inician su menopausia, (alrededor de los 50 años) y con un mínimo riesgo de fracturas a mediano plazo, a realizarse densitometrías y a someterse a tratamientos injustificados, prolongados y con efectos secundarios inciertos en el largo plazo.

La ‘solución’

Los bifosfonatos son un grupo de medicamentos que disminuyen la reabsorción ósea. En nuestro medio son ampliamente utilizados. Tanto que en 2021, las ventas ascendieron a algo más de 11 millones de dólares en los 14 fármacos de esta clase.

En los últimos años se han comunicado una variedad de efectos adversos asociados a su uso, entre los que se destacan: osteonecrosis de los maxilares, fracturas atípicas (dado que los bifosfonatos disminuyen la resorción ósea, en algunos pacientes el tratamiento prolongado podría originar una alteración de la mineralización y dar lugar a un hueso frágil y quebradizo, a pesar del aumento de la densidad mineral ósea.); dolor músculo-esquelético; arritmias cardiacas, especialmente la fibrilación auricular; alteraciones inflamatorias oculares como  conjuntivitis, episcleritis y uveitis.

Otros efectos secundarios: una de cada 161 mujeres presentan tromboembolismo venoso, una de cada 22 tendrá ‘sofocos’ y; finamente, una de cada 32 tendrá calambres en las piernas.

Como decía mi abuela, “el remedio es peor que la enfermedad”, solo que, en este caso, como queda dicho, la osteoporosis no es ninguna enfermedad, solo es un “factor de riesgo de fractura”, pero no el único ni el más importante, ya que la edad, el tomar pastillas para dormir o tener un baño no adaptado, aumentan el riesgo de caídas en los ancianos, mucho más que la osteoporosis.

¿Qué hacer?

En primer lugar, el hecho de vivir en la mitad del mundo que nos permite disfrutar de sol todo el año hace muy improbable el déficit de vitamina D (ayuda al cuerpo a absorber el calcio). En segundo lugar, se debe mantener una dieta rica en frutas y lácteos, realizar ejercicio físico y evitar el sobrepeso.

Las personas mayores deberán evitar las alfombras y rodapiés, asegurarse que el baño tenga un piso antideslizante y que se coloquen agarraderas. Por último, deje de fumar, el tabaco disminuye la densidad ósea.

Si después de leer este artículo se anima a hacerse una densitometría ‘por sí acaso’, lo más probable es que termine tomando un medicamento por sí acaso…

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