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El Telégrafo
Fausto Segovia Baus

La economía con mínimos éticos

09 de junio de 2021 - 01:00

Uno de los problemas estructurales del país es la falta de equidad. Estudios recurrentes concluyen que el 10% más rico gana 57 veces más que el 10% más pobre. Las causas son variopintas, entre las que sobresalen la pobreza y la pobreza extrema, que tienen como etiología, según los expertos, la baja calidad de la educación. Se presenta entonces la paradoja que el Ecuador es inmensamente rico en recursos naturales, pero inequitativo por falta de políticas económicas y sociales, que no priorizan el talento humano.

Analistas sostienen que si el poder político no realiza una transformación profunda de los sistemas de educación y salud, el Ecuador y su economía no serán viables a mediano plazo. Y no solo en tiempos de pandemia y pos pandemia.

Las experiencias en otros países delatan lo contrario. Los países asiáticos, por ejemplo, priorizaron la educación y la economía mejoró ostensiblemente. Corea del Sur y Japón lograron reformas profundas de la formación de los maestros y construyeron un buen sistema escolar. Los resultados fueron evidentes: la calidad de la educación coreana solo ha sido superada por la finlandesa. Hace poco tiempo fui a Corea del Sur, uno de los llamados “dragones asiáticos”, que cambió su sistema educativo para hacer posible el desarrollo económico. En esa ocasión llegó a mis manos un periódico de China, que informaba sobre los propósitos de ese gigante Estado: “queremos un aluvión de empresas, y que todo chino sea un empresario”.

Esta premisa es un referente que pone a la educación en la mira de los países. De la misma manera, aunque con otro énfasis, el presidente Barak Obama imprimió en su último informe sus desafíos, ante la supuesta declinación del sistema educativo estadounidense, y los avances evidenciados en Europa y Shanghái, en las Pruebas PISA.

Invertir en educación requiere “cabeza”. No se trata de aumentar el presupuesto de educación con el modelo actual, porque sería un desperdicio. La idea es diseñar una estrategia de largo plazo entre el Estado, la sociedad civil y los maestros para ganar todos, pero con eficiencia y solidaridad. La economía, en este sentido, requiere de mínimos éticos.

Alvin Toffler, en “La tercera ola”, dice que la escuela tradicional no prepara para la sociedad del conocimiento. Por ello –dice- hay que repensar la educación no como una simulación de la fábrica sino ir más lejos: “hay que aprender para el mañana y pensar en la educación más allá del formato actual de escuela. Se debe convocar a más actores: los padres, los jubilados, los especialistas, gente con altísimos conocimientos, de diversas profesiones y no solo a los maestros”. Integrar el arte, la ciencia, las nuevas tecnologías, los idiomas y la economía financiera. Y superar las causas de la pobreza.

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