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El Telégrafo
Gabriel Hidalgo Andrade

La justicia de las redes

01 de septiembre de 2019 - 00:00

Circula un video captado en la parroquia San Camilo de Quevedo en donde se puede mirar a un delincuente que asalta a una mujer y a un niño. Poco tiempo después es sorprendido en el acto, perseguido y aprendido por un policía. Sometido el delincuente en el suelo se produce un exceso. El policía patea en la cabeza al delincuente. Se dice que el policía es esposo y padre de las víctimas. Muchos defendieron al delincuente y otros al policía.

Es fácil bañarse de arrebato y citar laberínticos como inamovibles conceptos académicos para lamentarse por el asunto. ¿Resulta degradante calzarse en los zapatos de quien sufre las consecuencias de un robo, de un secuestro o de la muerte de un familiar? ¿Tan innoble es renunciar por un momento a las exquisitas ideologías universitarias y pensar con algo de humanidad?

Frente a una acción criminal armada la respuesta es también armada. Para eso son entrenados nuestros policías. La sociedad hace enormes esfuerzos al invertir en la formación policial para que unos pocos distraídos defiendan a los desadaptados que descargarían sus armas sin ninguna piedad en contra de cualquiera que se les atravesara en el camino, incluyendo a sus actuales defensores o a sus hijos.

Hubo un exceso policial que debe sancionarse, pero las redes sociales ya sentenciaron al policía que obró en defensa de su familia. Pidieron su crucifixión y olvidaron al Barrabás de la historia. Corresponder a esta sensiblería vestida de intelectualidad sería el retorno a la barbarie. ¿Por qué habríamos de dar crédito a unos pocos que se presentan como herederos indiscutidos de la civilización posmoderna?

En el video se puede notar que el policía, tras controlar físicamente al delincuente, lo somete. Luego utiliza tácticas defensivas no letales para neutralizarlo. Todo es un evento en suceso. El policía contrarresta, inmoviliza y doblega al criminal con control físico y verbal. Esto sería imposible con frases condescendientes y demostraciones indulgentes. (O)  

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