Pasó el día que llegaba cargado de la mayor cantidad de "magia" en el año 2021. 11 del 11. A las 11:11AM o PM de este día muchas personas pidieron deseos, prendieron velas, miraron al cielo, suspiraron, esperaron que se abran portales, lloraron... Esta no solo es señal de creer en otras formas de energía sino de anhelar algo mejor, algún séquito de esperanza que anime estos días de tanta oscuridad e incertidumbre.
Últimamente nos percatamos de la complejidad de la existencia, de lo utópico que podría ser tener anhelos, de la cantidad de personas que están en igual o peor situación que nosotras, creemos (o más bien tenemos la certeza) que podríamos ser las próximas víctimas de algún tipo de vulneración en cualquier momento.
Trato siempre de verle el lado positivo a las cosas (ayer me dijeron estúpida por eso) y lo bueno que he encontrado de lo que está pasando en la actualidad en Guayaquil y en el Ecuador en cuanto a delincuencia y seguridad, es que tenemos un "cable a tierra", algo que nos dice que el mundo fantasioso que nos hemos creado no existe y que debemos aprender a vivir de formas más conscientes, menos superficiales, una vida con más aceptación del prójimo y más cariño por quienes tenemos cerca.
Percepción o realidad
Según la Real Academia de la Lengua Española, la definición de inseguridad es: falta de seguridad. Es eso y no más. Sentimos que no tenemos nada seguro. Ni la privacidad de nuestro hogar. Ni el abrazo de nuestras hijas e hijos. Ni un momento de esparcimiento. Ni el olor que nos dejan los seres amados. Nada.
¿Qué habrá pensado Pedro Restrepo y familia cuando sus hijos "desaparecieron"? ¿Cómo se sentirán ellos y todas las personas que siguen en espera de saber por sus seres queridos que un día despidieron momentáneamente pero nunca más volvieron a ver? ¿Qué pasa con las secuelas que deja en la gente la violencia de la inseguridad y la violencia en general? Porque vivir a la expectativa de que nos ocurra algo horrible deja huellas. Y más consecuencias encontraremos en quienes ya han experimentado esos eventos brutales que les rompen algo por dentro. ¿Qué nos ocurre cómo sociedad después de esto?
Según Chris Hale en Fear of crime: A review of the literature. International-Review-of-
Victimology (1995), algunas de las principales consecuencias del miedo al delito y la violencia apuntadas por una investigación son: fractura del sentido de comunidad, abandono de espacios públicos, actitudes favorables a políticas penales más punitivas, efectos psicológicos negativos a nivel individual y cambio de hábitos como: iniciar o mejorar las medidas de seguridad, evitar transitar por ciertas zonas, entre otros. En resumen, esto es muy real.
Esperanza
Pensar, sentir, hacer, soñar son palabras que deberían ir de la mano. Hoy eso está lejos de la realidad.
Hoy necesitamos que al gobierno le importe la repercusión de sus actos, porque a pesar que sean diferentes las autoridades de los últimos 20 años (en algunos casos), el Estado es uno solo y se debe responsabilizar, apersonar, comprometer, reparar y cambiar nuestra realidad. No es un deber ciudadano es su obligación, incluso para poder tener gobernabilidad.
Si es verdad que el pueblo es el mandante, demandamos seguridad, demandamos educación, demandamos salud, demandamos agua, demandamos vivienda. Todo esto de las formas más accesibles para que llegue a la mayoría de familias.
Demandamos una vida de calidad, mayores y mejores razones para vivir y no solo levantarnos inevitablemente cada día porque respiramos. Que los próximos 11/11 lleguen de verdad con "magia" para volver a sonreír por vivir en Ecuador.
Para concluir, les comparto un extracto de una obra del escritor Uruguayo Eduardo Galeano:
“El miedo es la materia prima del control social...Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo de avanzar y los peatones tienen miedo de ser atropellados. La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje miedo de decir. Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras. Es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones, miedo a la policía. Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar. Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir”…
