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El Telégrafo
Duglas Rangel Donoso

El incendio amazónico

27 de agosto de 2019 - 00:00

La Amazonía ardiendo es el infierno de las tradiciones religiosas. La Iglesia enseñó durante años que los malos en vida heredan el infierno de donde no saldrán en la eternidad: la superstición de padecer en las llamas eternas. Ese es el castigo para los pecadores, ¿pero cuál es el pecado de la Amazonía, que viene ardiendo ilimitadamente como pagando en vida el pecado de su existencia?

El incendio de proporciones planetarias que consume a la Amazonía brasileña es la conversión de la naturaleza viva en naturaleza líquida. Es un fuego líquido, imparable, incomparable. El origen del devastador incendio que afecta terriblemente a los miles de bosques y selvas amazónicos no solo es de origen humano. No es solo una intención humana: es la mente, la psiquis del planeta la que se está manifestando, y su manifestación en devoradoras llamas es resultado de un planeta devorado por la explotación sin control ni medida de todos los recursos naturales.

El incendio amazónico es el calentamiento global, la contaminación de los océanos por parte de miles y miles de toneladas de plásticos que deambulan por los mares del  mundo en señal del “progreso” y del capitalismo voraz. El incendio de la Amazonía es la destrucción de la tierra con la basura tóxica de desechos nucleares y radioactivos que las potencias producen en nombre del desarrollo y la explotación de todos los recursos naturales.

El planeta está enfermo y su mente arde en la selva amazónica. En medio del desarrollo jamás antes experimentado por sociedad alguna del pasado, al mismo tiempo le hemos entregado al dinero toda nuestra existencia, y también el dinero se ha adueñado de los océanos, mares, montañas, ríos, cascadas, selvas, etc. El dinero es el rey de la vida humana y de la naturaleza toda. La sobreexplotación de los recursos naturales  en nombre de la avaricia está destruyendo nuestro único planeta.

El incendio en la Amazonía no es un castigo a nuestra indolencia ante el abuso y explotación de la tierra. No. Es la realidad existente. El planeta está estallando. De allí viene la tradición del apocalipsis bíblico. “De la tentación de explotar líbranos, Señor”. La naturaleza arde, y no habrá capitalismo voraz en el mundo que la apague. (O)

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