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El Telégrafo
Fausto Segovia Baus

Historias deliciosas de Quito

11 de agosto de 2021 - 00:00

En las siguientes líneas tres historias dulces sobre Quito, la “carita de Dios”, no aptas para diabéticos.

¿Han oído sobre “Taita pendejadas”? Hubo, en realidad, muchos “taitas”, pero yo me acuerdo de uno: de don Eliseo Sandoval, el más popular de Quito en la década de los sesenta. “Taita” proviene del quichua y significa papá. Y “pendejadas” porque don Eliseo decía tonterías y hacía travesuras por las calles de Quito. Vendía tornillos, latas, fierros y cosas viejas. Con ello sobrevivía. “Compre, compre vecino –decía don Eliseo-, un hombre viejo, harapiento, con pocos dientes, sonreído y una bolsa al hombro. “Vean a precio de nada las maravillas que les traigo. Miren, observen y paguen lo que vale”. “Taita pendejadas” –pese a su facha- era enamoradizo. “No se queje, bonita, mi vecinita. Qué linda que está. Compre y tendrá suerte. Yo le garantizo”, gritaba con desparpajo. Y así, el Quito de mediados del siglo XX, se alegraba con estas voces.

Otro personaje muy popular fue “La Torera”. Ella deambulaba por las calles y plazas del centro histórico. Se llamaba Anita Bermeo, nacida en Baños, provincia de Tungurahua. Era una señora famosa en Quito. Vestía muy elegante, con un sombrero de ala ancha lleno de cintas de colores y velo, una tremenda cartera, guantes, medias rojas, tacones, un bastón y un pito… “¡Torera!” “¡Torera!”, gritaban los niños y ella los perseguía maldiciéndolos. Le llamaban así porque toreaba a los carros con su bastón… y hacía travesuras con su pito. “Soy descendiente del Barón de Carondelet; por lo tanto, soy noble, no como ustedes mocosos sinvergüenzas…”, gritaba en voz alta. Los niños festejaban sus ocurrencias y los adultos sonreían. “Parece que está loquita”, decían. “La Torera” era un personaje muy querido en Quito y fue parte del escenario urbano. Anita Bermeo falleció en 1984, en un asilo de ancianos, pero vive en nuestra memoria. También hay otras historias dulces más lejanas.

¿Recuerdan quién trajo las primeras espigas de trigo a Quito? Fue Fray Jodoko Rickie, un cura franciscano, famoso porque, según los investigadores, sembró en la plaza de San Francisco, las primeras semillas de trigo. Pero el fraile hizo mucho más: enseñó a los indígenas a arar bueyes, cultivar la vid y los duraznos. Era un cura agricultor y un constructor porque planificó e inició la construcción de la Iglesia de San Francisco, en Quito. Dicen los historiógrafos que Fray Jodoko Rickie estudió filosofía, derecho civil, arquitectura, matemáticas, música y educación. Abrió colegios, fue músico y construyó un pequeño órgano… Estudió anatomía humana y, claro, elaboraba y tomaba cerveza.

Más historias dulces, en otras entregas, en este agosto, mes de las artes.

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