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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Guayaquil, de octubre a los problemas actuales

12 de octubre de 2016 - 00:00

En torno a la celebración por los 196 años de independencia de Guayaquil y en ambiente preelectoral, el discurso del Alcalde una vez más fue severamente crítico del Gobierno. Expresó que se necesita un cambio de forma de gobernar, de procedimientos, objetivos y resultados; convocó a ganar una “gran guerra”.

Por su parte, el vicepresidente criticó el modelo municipal, argumentando “que gran parte de los guayaquileños carece de alguno de los servicios básicos o vive en hacinamiento”.

Lo cierto del caso es que Guayaquil, después de un cuarto de siglo de administración socialcristiana muestra importantes aspectos de progreso en infraestructura; hay túneles, pasos a desnivel, parques y avenidas, fuentes luminosas y buses modernos; se han “regenerado” sectores del centro y algunos barrios residenciales; hay avances en la modernización municipal.

No obstante, es lamentable y hay que reiterarlo, más allá de las circunstancias políticas coyunturales, Guayaquil tiene dramáticos y lacerantes manifestaciones de atraso, que develan inconsistencias y debilidades sociales de un modelo que no ha favorecido a las grandes mayorías, por lo que no cabe calificarlo de “exitoso”.

Es evidente que buena parte de la población marginal está carente de servicios básicos; que la obra municipal llega a contados sectores populares; que se reprime con fiereza a los trabajadores autónomos y no se los asiste, menos se les presta servicios; que el modelo no les alcanza ya que no se corresponde con las realidades socioeconómicas, que provocan corrientes migratorias internas, que la hacen crecer demográficamente en el doble de la media nacional; el transporte de masas es deficitario, al igual que los índices de saneamiento ambiental y los sitios de recreación.

En medio de esto hay tozudez política y ánimo permanente de confrontación con el Gobierno, lo que aleja las posibilidades de solución compartida a esos problemas, al turismo, infraestructura básica, seguridad, modernización portuaria. Se reclama autonomía y a la vez se pone dificultades, con cualquier pretexto, para asumir competencias sectoriales, como fue el caso de la administración del tránsito, de las tarifas de transporte; y en cambio se facilita, vía fundaciones, la privatización de parte de la gestión municipal.

En compensación, el Gobierno ha realizado una gran labor en beneficio del pueblo de Guayaquil. Construye dos grandes hospitales, de 400 camas cada uno, en barrios populares (El Guasmo y Monte Sinaí); otro enorme (del IESS) en los Ceibos mejora otros, el parque más grande del Ecuador (Los Samanes), está en pleno desarrollo, con canchas deportivas, estadio, lagunas e infraestructuras diversas para el sano esparcimiento de masas populares; también incorporó la Isla Santay para el efecto; modernos colegios, escuelas, centros de salud con equipamientos de alta tecnología; está recuperando el estero y mejora el medio ambiente; construye viviendas y mejora la infraestructura y equipamiento para ampliar la acción de seguridad ciudadana.

Todo esto debe conducir al cambio de modelo y estilo municipal, en coordinación con el Gobierno, y en beneficio del pueblo de Guayaquil, el de Octubre y tantas otras gestas heroicas, que seguirá adelante a pesar de la soberbia oligárquica y su poder mediático, en defensa de sus intereses y como siempre ha sido, los del pueblo ecuatoriano y la patria toda. (O)

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