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El Telégrafo
Alicia Galárraga

Guagua y Rucu

06 de diciembre de 2020 - 00:00

En los territorios en los que hoy se asienta la ciudad de Quito, el Hada del Bosque Andino creó, hace muchos siglos, a los volcanes Rucu Pichincha y Guagua Pichincha. Los obsequió con el don de no envejecer jamás e impregnó su presencia de energía masculina: imponente y protectora durante el día, vigilante y centinela durante la noche. Cuando el Hada del Bosque andino terminó su trabajo de creación les dijo:

-Vendrá una época en la que Quito será invadida y destruida. De las entrañas de ustedes, se levantarán miles de soldados y su misión será cercar la ciudad para protegerla del enemigo.

Tal cual lo pronosticó el Hada del Bosque Andino, un día llegaron extraños que invadieron la ciudad de Quito. De las entrañas del Guagua Pichincha, brotaron miles de guerreros de espíritu incendiario y combatieron contra los afuereños. A su vez, el Rucu Pichincha no descansó durante días, semanas, meses y años, cumpliendo la labor de centinela que le había encomendado su creadora.

Pese a todos los esfuerzos de los hermanos volcanes, el enemigo logró someter a los pobladores de Quito. Ellos se sintieron culpables, inservibles e impotentes y una noche, de sus entrañas salió ceniza que oscureció el cielo de la ciudad y la cobijó con un manto de tristeza y desolación.

El Hada del Bosque Andino se presentó ante ellos y les dijo:

-No sufran por lo que está marcado por el destino ni piensen que no cumplieron la misión que les encomendé.  Los tiempos son implacables y a veces son voraces. En otras ocasiones, los designios de  la eternidad son más poderosos que las fuerzas terrenales. Lo que acaba de suceder, no invalida su existencia. Ustedes sigan vigilantes y protectores. Todavía quedan muchas batallas por librar.

Inmediatamente, el Hada del Bosque Andino hizo que una lluvia de flores de arupo caiga sobre los hermanos volcanes.

Ellos, al contacto con las flores de arupo, sintieron cómo su fuego interior dejaba de arder y poco a poco se iba atenuando, hasta que se transformó en una chispa y se apagó.

-Descansen. Cuando sus energías sean necesarias, yo los despertaré-les dijo el Hada del Bosque Andino.

Los hermanos volcanes, sin poder resistirse a  la orden de su creadora, quedaron profundamente dormidos. 

 

 

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