El mundo está aterrado por la clara incapacidad de la mayor parte de los países para enfrentar la plaga del covid-19. Todos hemos tomado, de una manera u otra, medidas radicales para frenar el contagio, pues no hay vacuna, ni tratamientos válidos.
Sin embargo, el primer ministro británico eligió proteger la economía del país antes que a la población vulnerable y ahora le sigue también Holanda. Parecería un sinsentido, pero hay una flemática verdad detrás de esta decisión: la imposibilidad de disponer de los recursos para frenar la contaminación y la posibilidad de que los sobrevivientes, ahora inmunes, enfrenten con una economía saludable al futuro que se muestra muy incierto.
La realidad es que todas nuestras economías quedarán muy golpeadas cuando la pandemia concluya. La canciller alemana, Angela Merkel, dice que durará al menos dos años y que el 60% de la población alemana se contagiará. Y estas declaraciones crean un natural pánico. Eso se reflejó inmediatamente en la caída del precio del petróleo y diariamente la bolsa de Nueva York muestra caídas estrepitosas. Esto se mide con el índice VIX (conocido como el índice del miedo) que representa la medida de variación y volatilidad que el mercado proyecta sobre el índice S&P 500 que incluye a las 500 empresas más poderosas de los EE.UU.
Normalmente el VIX se ha mantenido alrededor de los 20 puntos, ahora bordea los 80. Y esto sí es para asustarse pues es superior a la crisis de 2008 y a todas las anteriores. Sabemos que todos estos movimientos económicos tienen como principal condimento la declaración del coronavirus como pandemia de parte de la Organización Mundial de la Salud, al tiempo que aparecían nuevos brotes de contagio en todo el mundo. También sabemos que esta crisis sanitaria, trae consigo una crisis de logística, abastecimiento y actividad económica, al enfocarse en disminuir al máximo el traslado de personas, para minimizar los riesgos de expansión.
Como seres vulnerables, esperamos que los gobiernos sean responsables con la salud de sus conciudadanos, pero hay que aceptar que el mundo y nuestra economía cambiarán radicalmente cuando esto termine. (O)
