Tal y como lo anticipamos, el voto se multiplicó en las elecciones para integrar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Es un asunto de lógica formal. Hubo 43 candidaturas unipersonales para un órgano colegiado y cada una obtuvo su propia votación.
La sumatoria de los votos de cada una de estas candidaturas es de más de 30 millones de votos en un país de 17 millones de habitantes. ¿Cómo es posible esto? Por una operación binaria que se establece en un conjunto de números naturales que se suman tantas veces como indica otro número o mejor conocida como multiplicación.
Por esta operación dijimos que matemáticamente era imposible que el voto nulo superara por sí solo a los 30 millones de votos válidos y que resultaba más conveniente votar válidamente. Muchos electores habrán confiado en nuestros argumentos y habrán votado de esta manera. Otros no lo hicieron y anularon su voto con distintas formas de rechazo al sistema institucional representativo, no a un órgano en particular.
El voto nulo tiene un margen histórico del 9% que en esta elección creció al 22% según las cifras del Consejo Nacional Electoral disponibles en su página electrónica, lo que representa un incremento de 13 puntos expresados en casi 4 millones de votos, no de votantes.
Si eran tres papeletas, esto quiere decir que esta cifra de votos expresó la voluntad de 1,3 millones de votantes de un total de 12,7 millones aproximadamente, lo que significa que el 10.2% es el verdadero nulo de esta elección, apenas un punto más que el voto nulo histórico.
¿De dónde sale que 12,7 millones de electores aproximadamente se presentaron a votar? La presidenta del CNE, Diana Atamaint, dijo en señal abierta, media hora antes del cierre de las urnas, que más de 8,9 millones de votantes o el 70% del registro electoral se presentó a votar.
El 100% se obtiene con una regla de 3. Si las cifras de ausentismo, de votantes y de votos válidos, nulos y blancos discrepan, alguien nos está mintiendo. (O)
