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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

El que piensa pierde

27 de enero de 2021 - 00:00

Luego de presenciar el debate, los ecuatorianos nos preguntamos ¿Cómo pudimos haber llegado a un nivel tan bajo en la calidad de los presidenciables? La pregunta obligatoria que nos hacemos los ecuatorianos es ¿cuál es el perfil del candidato ideal para el Ecuador? Ni los politólogos ni los sociólogos ni el sentido común han logrado establecer este perfil. Lo triste es que quienes deciden son los marquetineros. Desde Aristóteles, en La Política, existe la preocupación de cuánto influye la personalidad del gobernante en la buena administración de la cosa pública.

Se esperaría que, a mayor grado de conciencia histórica, preparación académica, conformidad con sus necesidades satisfechas, el electorado debería ser más exigente con las ofertas de las campañas políticas. De esa forma, esos ciudadanos apuntalarían y fortalecerían la institucionalidad democrática.

De ahí se supondría que los países con mayor desarrollo de su vida institucional democrática contarían con electores de mayor preparación. Pero las elecciones últimas en Europa y los EE. UU. nulitan el axioma. Pero los populismos eclosionaron.

En la serie de Netflix, House of Cards, se propone que para ser presidente no es necesario solo tener una cara bonita, sino que es necesario contar con cualidades que lo diferencien del resto de sus oponentes. A saber: ser inteligentes; tener un alto perfil profesional; formación y experiencia en el campo de la administración pública; comprometido en servir al país y no a su familia y amigos; amor por lo que hace, ser valientes y honestos; tener sentido del humor y contar con habilidades de un buen comunicador.

En oposición, hoy nos ponen a escoger entre disfrazados de jóvenes lumpen. O candidatos de partidos financiados con dineros de la corrupción. O candidatos engendrados en partidos que funcionan como vientres de alquiler inseminados por vientos de un fiscal del correísmo, y para peor, candidatos que se pegan sólitos escopolamina cerebral.

Y ¿qué decir del electorado? Un electorado que espera con las bocas y los brazos abiertos para recibir las promesas de huevos vacíos. Es un electorado que no debería ser incomodado con el voto obligatorio…

Todo indica que candidato que piensa pierde. Quedan tres candidatos de los 16. Uno que causa resistencias gratuitas por su vinculación con el mundo de la banca. Otro, que, por su pasado como cerebro del correísmo, queda invalidado, y el tercero con excelente formación académica y valentía en la lucha anticorrupción, pero recorre el país en bicicleta montañera cuando debería haber utilizado una bici de ruta…

 

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