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El Telégrafo
Simón Valdivieso

El pueblo es…

17 de junio de 2022 - 08:33

El pueblo es sumamente olvidadizo, pues al parecer la violencia del 2019 puede estarse reeditando y todo ello porque la amnistía es perdón y olvido. Y todo porque esa es la gran obra que se hizo meses atrás en la Asamblea Nacional cuando se concedió a Raymundo y todo el mundo la amnistía sin que todos aquellos hubiesen sido merecedores de esa gracia política.

Ya vamos al quinto día de paro nacional y nos encontramos con que quienes están aupando la movilización se escudan en la resistencia.  ¿Resistencia o vandalismo?.  Y claro, podemos decir, que no es lo mismo. Lo primero es un derecho que no estuvo entre nosotros sino fue traído en un memory flash desde España a Montecristi y se lo colocó en la Constitución,  en una suerte de neocolonialismo jurídico; derecho que el autor del híper presidencialismo, lo aborrecía y criminalizaba la protesta social, aunque hoy aplauda desde la distancia. Y claro ahí pega aquello de lo que no es mi año, no me hace daño.

El vandalismo,  es expresión de delincuencia y  nada tiene que ver con el ejercicio de un derecho, puesto que, los individuos y los colectivos pueden ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales.

En el 2019 los centros históricos de varias ciudades del país fueron agredidos haciendo caso omiso del valor que tienen y constituyen patrimonio cultural,  porque en la casa vieja y en el empedrado está algo de ellos, siendo evidente la actitud de eses seres humanos mezquinos que destruyeron lo que no es de ellas ni de ellos sino de todos y en donde reposa la herencia de nuestros antepasados indios, mestizos, blancos o cholos. Allí no vimos al pueblo organizado ni movilizado como en otrora se dio en nuestro país como cuando salimos a la calle en contra de Bucaram o  frente a la agresión por parte del Perú, en la década de los 90 del siglo pasado.

En octubre del 2019, creo, vivimos 11 días de guerra de guerrillas, de ahí que alguien etiquetó ese momento histórico de nuestro país como “La guerra de los 11 días”, recordando otro momento de la historia patria. La turba incendia, destruye, lanza piedras a una ambulancia que está en emergencia y hoy la historia se repite;  una muchedumbre asaltó el edificio de la Contraloría General del Estado en Quito y prende fuego, minutos antes se vivía algo parecido en un canal de televisión. Incendio y destrucción de los bienes públicos fue el signo de aquellos aciagos días. Un distorsionado ejercicio del derecho a la resistencia en donde miembros de la policía fueron secuestrados y mal tratados, amen de los muertos que puso la revuelta.

Y  ahora junio de 2022, las redes sociales y los medios de comunicación a la fecha y hora que estamos escribiendo para la columna dan cuenta de la violencia por la que está atravesando nuevamente el país y sin  contar con lo que pasará  con el inicio del proceso penal por el delito de paralización de servicio público al presidente de la CONAIE, por el que no podría solicitar amnistía, sin embargo, nos recuerda la abuela de la casa, que en política se tuesta granizo.

La amnistía  dada y a la que de alguna manera se sumó el gobierno le está pasando la factura al régimen,  pues las investigaciones en contra de quien funge como presidente de la CONAIE se archivaron quedando expedito el camino para una nueva asonada y es lo que exactamente está sucediendo. Y es que así paga el diablo a sus devotos  insiste la abuela de la casa a lo que se suma, que se olvidaron de esa vieja sentencia popular muy ecuatoriana que dice,  que perro que come beta aunque le corten la jeta.

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