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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

El arte de la guerra

12 de octubre de 2020 - 00:00

Hoy me dirijo a todos los guerreros del país, que luchan día a día por ascender, por triunfar o, en su defecto, por criticar al que triunfó. Yo sé que están ocupados siendo héroes desde sus cubículos y que esa pesada pizza no les deja espacio para leer. Por ello, vengo a resumirles un libro sobre la guerra, de Sun Tzu. Escogí sus mejores consejos (según yo), para ver si despierto a ese bichito de curiosidad intelectual que sé que habita en ustedes. Ahí vamos:

 En la guerra a veces debes fingir debilidad, pues así tus enemigos se suicidarán con el fuego de su orgullo, te atacarán a destiempo y perecerán con deshonra.

La frescura de tus enemigos es tu verdadera enemiga. Desgástalos, somételos a campañas absurdas, largas, agotadoras. Hazles creer que te cansas igual que ellos. Si los ves unidos: divídelos. Si son supersticiosos: controla los presagios.

Conoce a tu enemigo igual que te conoces a ti mismo, así, aunque tuvieses que sostener cien guerras, cien veces obtendrás la victoria. ¿Cuál es la mejor política de guerra? Tomar un Estado intacto y que tus nuevos súbditos te amen, pues quien te teme, tarde o temprano te elimina para dejar de temer.

La invencibilidad reside en la defensa; la posibilidad de victoria en el ataque. ¿Vas a trasladarte? Pues dirígete a lugares que tu enemigo jamás pensaría que vas a ir. Elige tú el terreno, jamás dejes que tu enemigo lo elija por ti, a menos que quieras hacerle creer que él lo está eligiendo.

El agua sigue el cauce del río. ¿Estamos de acuerdo? En igual medida, tu fuerza debe adaptarse al terreno sobre el que te mueves. Nunca lo olvides: si poderosamente encierras al enemigo, debes dejarle una vía de salida. Siempre. ¿Lo repito? Que la soberbia de la paliza no te haga pensar que debes cerrarle las salidas.

 ¿Quieres ser un gran General? Entonces debes aprender el principal arte de un líder: el de los cambios. Y no olvides, en el arte de la guerra la superioridad numérica no supone, por sí misma, ventaja alguna.

 

¿Por qué escribir esta columna? Porque los concejos de Sun Tzu, utilizados por Napoleón en su tiempo, no sirven para la guerra, sirven para la vida. Claro, para la vida de aquellos que tienen enemigos. ¿Qué te deseo? Que empieces a escribir tu propia obra: el arte de la paz.

 

De vez en cuando escribiré esta clase de columnas, para ver si así entre grito y grito consigo que se den un tiempo para leer.

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