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El Telégrafo
Emir Sader

EE.UU. entrena los nuevos golpistas en América Latina

08 de enero de 2017 - 00:00

Estados Unidos ha preparado a los golpistas del golpe militar de Brasil en 1964, a partir de la fundación de la Escuela Superior de Guerra, creada por Golbery do Couto e Silva e Humberto Castelo Branco, que habían convivido con las tropas norteamericanas en la participación de Brasil en el final de la Segunda Guerra Mundial, en Italia.

Junto a la Escuela de las Américas, en Panamá, se formó así la generación que preparó y puso en práctica el golpe militar de Brasil en el año 1964. La Doctrina de Seguridad Nacional y los métodos de tortura fueron las 2 claves esenciales del régimen de terror que fue implantado en Brasil y en los otros países del Cono Sur de América Latina.

En la posguerra fría, Estados Unidos buscó a su nuevo enemigo, figura esencial para exorcizar hacia lo exterior, los problemas de la sociedad norteamericana. Junto al narcotráfico, se fijaron en el terrorismo.

Como parte de la lucha en contra del terrorismo, con toda la amplitud que George W. Bush pasó a dar al tema, se desarrolló un campo de actividad llamado de “contraterrorismo”, como parte de la función de “policía del mundo” que Estados Unidos ha asumido.

El blanqueo de dinero pasó a ser parte de esa acción, en la creencia de que el terrorismo lavara sus recursos en los mecanismos  bancarios. Se pasó a la “investigación y punición” en los casos de blanqueo de dinero, incluyendo la cooperación formal e informal entre los países, confisco de bienes, métodos para extraer pruebas, negociación de delaciones, uso de examen como herramienta y sugerencias de cómo tratar con las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), sospechas de ser usadas para financiamiento ilícito.

En el seminario “proyecto Puentes: construyendo puentes para la aplicación en Brasil” — cuyo tenor fue revelado por Wikileaks— , realizado en octubre de 2009, en Río de Janeiro, con la presencia de autoridades norteamericanas, de formación de nuevo personal al servicio del Imperios, para consolidar entrenamiento bilateral de aplicación y habilidades prácticas de contraterrorismo.

Han participado promotores y jueces federales de 26 provincias brasileñas, además de 50 policías federales de todas las provincias, en la más grande delegación, reunión que contaba también con representantes de México, Costa Rica, Argentina, Panamá, Uruguay y Paraguay.

En el transcurso de la reunión intervino nada más que Sergio Moro, el hoy muy conocido promotor brasileño, que pretende ser un “justiciero, al margen de la ley, en contra de la corrupción”. Él habló sobre los “cinco puntos más comunes del lavado de dinero en Brasil”.

Los participantes han solicitado entrenamiento adicional, sobre la búsqueda de evidencias, entrevistas e interrogatorios. Ese interés se daría porque “la democracia brasileña no tiene todavía 20 años de edad.

Así, los jueces federales, los promotores, los abogados son novatos en el proceso democrático, no fueron entrenados en cómo lidiar con largos procesos judiciales (...) y se encuentran incapaces de utilizar eficazmente el nuevo código criminal que fue completamente alterado”.

El informe pide, en los resultados de la reunión, que se realicen cursos más profundizados en Sao Paulo, Curitiba y Campo Grande.

El informe concluye que “el sector judiciario brasileño claramente está muy interesado en la lucha en contra del terrorismo, pero necesita herramientas y entrenamiento para empeñar fuerzas eficazmente. (...) Promotores y jueces especializados han conducido en Brasil los casos más significativos envolviendo corrupción de individuos de alto nivel”.

El surgimiento de gobiernos que contrarían las orientaciones de EE.UU. fue la oportunidad  para adaptar esas orientaciones a proyectos de desestabilización de esos gobiernos, apoyados en acciones que se concentran en la denuncia reiterada de supuestas irregularidades cometidas por esos gobiernos, por los partidos que los apoyan y por sus líderes.

La contribución de Moro y de sus comparsas es la de usar los métodos que aprendieron con los norteamericanos —que incluyan ya el uso de las delaciones, entre otros métodos—, para destruir la democracia, reconstruida después del agotamiento de las dictaduras militares, instaladas por la generaciones anterior de golpistas, igualmente formados por los EE.UU.

Los datos revelados por Wikileaks ya habían demostrado que el espionaje hecho por el gobierno de los EE.UU. en la presidencia de la república de Brasil, en el Ministerio de Minas y Energía y en Petrobras, fueron suministrados a Sergio Moro y sus comparsas, para que dieran inicio a las denuncias en contra del gobierno del PT.

Esa reunión de 2009 es significativa de los nuevos métodos de desestabilzación política generados por EE.UU., con intervención escandalosa en los asuntos internos de los otros países, violando su soberanía y contando para ello con miembros del Judiciario y de la Policía.

Como preparación, por EE.UU., de la nueva violación de la democracia brasilera, apoyado en personajes que representan directamente los intereses del Imperio, como Sergio Moro y sus comparsas. (O)

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