Fui invitado a participar en un grupo focal que analice los últimos acontecimientos del país y ver opciones de cambio a esa realidad. En su mayoría éramos personas de clase media, blanco mestiza; con presencia diversa: indígena, adulta mayor, mujeres y LGBT.
Llamó mi atención el “miedo” que reflejan la mayoría de personas ante cualquier decisión del Estado que cargue a los ciudadanos con impuestos. Es obvio.
Sin embargo, con base en ese miedo no nos extrañe que los políticos populistas que buscan ser presidenciables, asuman el rol del personaje Robin Hood, para arrinconar al Gobierno cuando tenga que tomar decisiones para sustentar el Estado, incluso mediante la fuerza y la violencia urbana, como pasó; sin tener de vuelta una mínima propuesta.
¿Con qué capital, presupuesto o fondo el Estado atenderá las medicinas y educación gratuitas? ¿La seguridad pública, carreteras, áreas protegidas, hidroeléctricas, alcantarillado, que se reclama? ¿Vamos a seguir dependiendo del petróleo? Pero incluso explotarlo necesita de capital y este no es suficiente. Entonces hay mucha incoherencia en esos miedos.
El mayor miedo a superar ecuatorianos, es a la pobreza. Los discursos populistas y mesiánicos de ciertos políticos de derecha, izquierda, sindicalistas o indigenistas no proponen cómo generar riqueza. Se habla hasta de combatir al capital, es decir, empresas o empresarios; y estos, de atacar al Estado.
Otro enemigo a combatir es la corrupción, y eso implica luchar contra la evasión de impuestos; eso también es robo. Todos debemos fomentar la educación en valores democráticos y de país: un solo Ecuador, diverso y plural; pero unido y emprendedor, generador de riqueza. (O)
