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En entrevistas me han preguntado “¿qué puede decir el psicoanálisis sobre lo que ha ocasionado el coronavirus a las personas?”. Las respuestas no son sencillas. Lo que el psicoanálisis tiene que decir con respecto al coronavirus es nulo.
Nuestra ciencia (la de los psicoanalistas), tiene límites como cualquier otro sistema teórico. Sin embargo, propongo que la respuesta que pudiera dar un psicoanalista a semejante pregunta, será novedosa versus al sinnúmero de reacciones o aportes que vienen dados desde el vulgo, otras disciplinas y desde las mismas prácticas PSI (del área psicológica); que aún se encuentran bajo el paradigma caduco de causa-efecto… bueno, también hay psicoanalistas que aún piensan en función de trauma-síntoma.
Sostengo firmemente que las causas están perdidas y debemos hacer mejor reparar en lo accidental. Nadie sabe los porqués de muchas cosas, eso se extravió y quien los sepa ha de ser sin duda un iluminado.
El psicoanalista francés Jacques Lacan algo novedoso, ese sí vino a decir. Y es precisamente que: “no hay relación sexual”. O sea, que la relación entre los sexos es imposible de darse, lo cual no se refiere a hacer el amor (que eso sí se puede bien hacer), sino a la relación entre esos dos constructos del lenguaje denominados «hombre» y «mujer».
Porque nuestro inconsciente está estructurado como un lenguaje, lenguaje puro, —es decir: se dice sin saber qué se dice y se escucha sin entender lo que dijo el otro— es que las relaciones entre los humanos son un fracaso y solo con el psicoanálisis se puede dar cuenta de eso. No para hacer que marchen, sino para advertir del fracaso que deviene en queja constante de los unos sobre los otros.
Ya con ese fracaso interrelacional tenemos demasiado, como para suscribir a un discurso totalitario de la salud que nos obliga a vivir en soledad. Es una suerte de control biopolítico que coarta nuestra libertad de fracasar bien con el otro, para fracasar peor: en el aislamiento que produce locura y así como vamos, lo más revolucionario y subversivo será el abrazo y el beso, pero con responsabilidad. (O)
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