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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

La peor discapacidad

16 de julio de 2020 - 00:00

De acuerdo a las estadísticas de morbilidad, las peores discapacidades son: la artritis reumatoide y otras afecciones del sistema óseo; enfermedades coronarias; enfermedades respiratorias y pulmonares; desórdenes mentales, incluyendo depresión; diabetes; ataques cardíacos y cerebrales; cáncer; desórdenes del sistema nervioso central, lesiones y heridas por accidentes y, de una manera u otra, al embarazo se le da el tratamiento de discapacidad para ciertos beneficios.

Pero no hay duda que en el Ecuador estamos enfrentando un tipo endémico de discapacidad moral y ética que arrolla con toda nuestra arquitectura institucional, que ha distorsionado la cultura país y que ha socavado la estructura misma de nuestra sociedad al agredir la unión familiar y sus principios y valores.

En la Biblia encontramos, Proverbios 16:16: “Es mucho mejor conseguir sabiduría que el oro; escoger el entendimiento antes que la plata” Es un gran consejo, pero que ya no tiene mucha relevancia en la actitud de nuestra cultura actual. Ahora vemos a la gente (especialmente joven) devanándose los sesos para pagar inmensas facturas en sus tarjetas de crédito, pues no pueden esperar para conseguir los mejores y más nuevos productos y servicios Y no es raro que la “habilidad” de esta gente, les lleve a cometer actos criminales tan horrorosos como especular con medicinas robadas, mientras la gente se moría en las calles.

Vemos a personas con lujosas mansiones y carísimos autos de alta gama, pero que tienen vacío el corazón. Vemos a gente al borde de su destrucción debido a malas decisiones éticas y morales y sobre todo a malos hábitos. No se dan cuenta, como dice el Proverbio, que es la inteligencia, mas no la riqueza lo que nos lleva a través de la vida hacia el éxito.

Pero hay que claramente distinguir la sabiduría personal de la “viveza criolla”. La inteligencia se genera con amplia y continua educación, con disciplina, con paciencia y humildad para captar la sabiduría ajena, para admitir los propios errores y aprender de ellos, con la aptitud para aceptar el rechazo y el fracaso.

La sabiduría así adquirida nos muestra que solamente podemos controlarnos a nosotros mismos, a señalar nuestras prioridades, a ser personas confiables y leales, a tomar riesgos calculados, a obtener lo mejor de nuestros amigos y relacionados, a no vivir más allá de nuestras posibilidades, a ser cuidadosos con el dinero (especialmente el dinero ajeno), a mantenernos alejados de los corruptos y de la corrupción.

Comparen esto con la gente que nos rodea y miren la diferencia. (O)

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