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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Cómo enseñar creatividad

17 de octubre de 2020 - 00:00

De verdad no nos queda más remedio que ejercitar la creatividad para sobrevivir al encierro.   Hay personas que están aprendiendo un idioma en línea; otras que toman clases de arte; otras que se han puesto a empacar, aunque su mudanza sucederá en un año; algunas ya están haciendo sus regalos de navidad. Y yo, revisando mis papeles, libros y discos de antaño para encontrar insumos sobre los que narrar.

Dicen que la creatividad no viene a través de una musa, que es necesario despertarla y ejercitarla.  Dicen también que ser creativo es volverse como un niño. Un ser que experimenta y no conoce el miedo. Lo cierto es que a todos nos sentaría bien desarrollar nuestra creatividad porque de hecho eso nos hará sentirnos más libres.

La creatividad es la capacidad de pensar en una tarea o un problema de una manera diferente, es la capacidad de usar la imaginación para generar nuevas ideas, o solucionar problemas de forma novedosa. Si eres creativo, miras las cosas desde un ángulo distinto. Por ello despertar la creatividad de nuestros estudiantes debería estar en la base de la forma en que enseñamos, como telón de fondo de las actividades que diseñamos para nuestro mapa curricular.

La creatividad y la inteligencia están íntimamente relacionadas. Mientras que La inteligencia es la capacidad de adquirir y utilizar conocimientos, la creatividad es el acto de tener pensamientos originales. En el aula, enseñar a pensar creativamente proporciona una inmensa libertad tanto al que enseña como al estudiante. Cuando nuestros estudiantes crean, tienen la oportunidad de relacionarse con el mundo sin juzgarse a sí mismos. 

Algunas formas en las que los profesores podemos fomentar la creatividad en nuestros estudiantes son los ejercicios de lluvia de ideas. Es decir, adoptar el modelo de aula invertida en la que la educación es menos dictado y más instrucción guiada. Las tareas en las que los estudiantes investigan un tema o una pregunta de su elección rompen la rigidez del aula y permiten que los estudiantes ejerciten su libre albedrío. Hacer que los trabajos sean colaborativos, que se hagan en equipo y se pueda calificar la participación de cada miembro, estimulan el pensamiento creativo y el intercambio de ideas.

Por otro lado, pedir a los estudiantes que expresen sus ideas de forma artística creando gráficos para resolver problemas matemáticos o resumiendo eventos históricos en verso son ejemplos de fomentar la creatividad. Lo mismo que utilizar visualizaciones e infografías para ayudar a los estudiantes a comprender mejor los conceptos. O reproducir música en la enseñanza de literatura, por ejemplo, para mostrar a los estudiantes cómo las obras clásicas han sido adaptadas al pentagrama por músicos actuales. Todas estas técnicas de enseñanza ayudan a los estudiantes a potenciar su mente y fomentan el aprendizaje multisensorial.

Traer el mundo en todas sus dimensiones al aula es una de las metas de la educación.    Al mismo tiempo que la clase cobra vida y se vuelve más estimulante, los estudiantes ejercitan las múltiples funciones de sus cerebros. Al lograr que aprendan y además sean creativos, se les está dando herramientas para la vida real. Ser creativos les ayuda solucionar problemas en su vida y trabajo futuros. En lugar de provenir de un enfoque lineal y lógico, su lado creativo puede abordar una situación desde muchos ángulos y así lidiar mejor con la incertidumbre. Hay que estar muy atentos en la labor docente respecto a lo que hacemos en el aula sin que se vuelva rutinaria. Pensemos que enseñar creatividad a nuestros estudiantes significa entregarles conocimiento, desarrollar su inteligencia y enseñarles a disfrutar de la vida.

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