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El Telégrafo
José Vales

Como Adán en el paraíso

25 de septiembre de 2020 - 00:00

De todos los males de época que nos aquejan, la polarización política es casi un calco en diferentes países. Bandos irreconciliables a simple vista, con posturas presuntamente ideológicas en las antípodas, en un tiempo que las izquierdas de otrora se difuminan en el progresismo y las derechas de siempre, en algo parecido al neofacismo.

Con el sistema democrático destruido, sin ideas fuerza que puedan guiar los Estados, en su gran mayoría, el Mundo se convirtió en un lugar peligroso para estar. ¿Cómo llegamos a ello? Algunas respuestas pueden hallarse en el documental “El dilema de las redes sociales”, donde algunos de los genios de la industria informática, cracks de Silicom Valley, confiesan como sus diseños de laboratorio se han convertido en suertes de Frankenstein, al que ya no podrán controlar. Al menos hasta nuevo aviso.

La influencia de las redes en ese clima de polarización política, que ingresa en una espiral dantesca cuando las campañas Demócrata y Republicana en Estados Unidos, esgrimen a grupos armados.

La situación es tan grave que hasta uno de los intelectuales más lúcidos de ese país, Noam Chomsky, admite “el riesgo inminente” de una guerra civil, al tiempo que a sus 91 años, observa “la confluencia de distintas crisis muy fuertes” sin fronteras visibles, con “catástrofes ambientales, amenaza de una guerra nuclear, la pandemia y la destrucción de la democracia”.

Lo dijo días pasados al brindar una conferencia “internacionalismo o extinción”, durante la primera cumbre virtual de la Internacional Progresista, donde alertó sobre el peligro que representa la posible reelección de Donald Trump, en noviembre próximo.

De hecho, el presidente de Estados Unidos viene de acusar a su par Xi Jimping de “infectar al mundo”, a comienzos de la pandemia, haciendo gala de una retórica, difícil de poder controlar.

La actualidad, así planteada representaría una ardua y valiosa tarea para un lingüista como Chomsky, porque uno de los problemas fundamentales y más básicos en los países de reparto como los nuestros, es de comunicación. No son tan distintos los bandos políticos para no poder encontrar puntos mínimos de acuerdo que nos ayuden a atravesar ese momento oscuro del mundo, al menos, mejor ataviados y no como nos encontramos por estos días, cuan Adán en el Paraiso… Desnudos (intelectual y políticamente) y a los gritos…. (O)

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