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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Chile aprueba cambios

04 de noviembre de 2020 - 00:00

El Congreso de Chile debate lo que se denomina el segundo retiro voluntario de fondos de pensiones. Esto significa que millones de chilenos van a poder retirar sus fondos de para encarar la crisis por la pandemia. Esto es Chile hoy, un sistema absolutamente pernicioso, con jubilaciones de miseria y que significan negocios redondos de los aseguradores; e incluso, el hecho de no tener un solo centavo que retirar en su jubilación.

Esto, entre otros aspectos cruciales, es lo que quiere cambiar un contundente 78% de la sociedad chilena que dijo “apruebo” que se realice una Constituyente, porque solo un nuevo poder con facultades instituyentes puede cambiar un modelo excluyente que inició luego del golpe de Estado contra Allende.

En efecto, la Constitución chilena actual, heredera de la dictadura de Pinochet, presenta lo que se ha denominado enclaves autoritarios que impiden incluso la participación de la ciudadanía. Recuerdo cuando algunas elites ecuatorianas pretendían copiar el modelo chileno como un ejemplo de civilidad, de concertación y de prosperidad.

Es cierto que el PIB per cápita chileno es casi similar a un país desarrollado, pero como todos sabemos, es un indicador poco consistente con la verdadera realidad de la mayoría de su población. Quizás es el voto en Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, lo que mejor grafica lo que ocurre en Chile, en esas tres comunas ganó el “rechazo” puesto que allí se concentran los privilegios de los grupos dominantes.

En efecto, lo que ocurría es que el 23% que rechazó era quien realmente imponía su parecer al restante 78%, de ahí se explica incluso el nivel de insatisfacción y violencia que no ha cesado ni con la pandemia. La derecha va a tener complicado la presentación de candidaturas para elaborar una nueva Constitución que ellos no respaldaron.

De forma cínica, sin ruborizarse, escuché a un representante de esa tendencia que, entrevistado luego de conocerse los resultados, dijo que ellos iban a hacer todo lo posible por dejar la Constitución lo más parecido a lo que está. Esa declaración implica un profundo desprecio a la voluntad popular y a la democracia.

Las lecciones que nos deja Chile es que el camino del neoliberalismo puede traer prosperidad, pero solo para unos pocos, que las diferencias se agrandan hasta volverse insoportables, y que no es democracia lo que ahí se construye sino una dominación sin hegemonía, como lo decía Guha. (O)

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