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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Capitalismo verde

03 de octubre de 2019 - 00:00

Ha calado en la sociedad y mente de los jóvenes el temor al cambio climático, lo que alteraría las condiciones ambientales favorables para los Homo sapiens. La adhesión de movimientos juveniles a la causa de crear conciencia para que se disminuya la producción de gases de efecto invernadero es, sin duda, un gran paso.

Se siente la fuerza, puesto que, además, alrededor del tema se proyectó el consenso de importantes actores de la geopolítica, lo cual era evidente en la coincidencia discursiva a favor del tema ambiental, de medios opuestos, como CNN, RT canal ruso y Telesur.

La modernidad capitalista occidental ha creado grandes oleadas ideológicas de impacto global: el primer movimiento logró la organización del mundo en Estados nacionales y el segundo ponderó la democracia.

Estaríamos a las puertas de la tercera apuesta de Occidente, consciente de que, además del cambio climático, hay una crisis estructural capitalista, que exige alternativas. Se buscaría por ello instaurar una política homogénea en el orbe, cuando no, un gobierno global para gestionar los dos problemas cruciales.

Con la etiqueta de ambientalistas, corporaciones mundiales buscan la instauración de un capitalismo verde basado en la renovación tecnológica de las industrias para generar menos gases de efecto invernadero, sin dejar de incrementar la producción, porque deben cubrir la demanda de trabajo y aumentar consumidores de bienes desechables.

La contradicción irresoluta es que la nueva “industria limpia” continuará explotando recursos naturales finitos dañando el ecosistema integral. Durante el despliegue mediático de los últimos días nada se dijo sobre la contaminación del agua dulce, el suelo y la construcción demencial de proyectos artificiales que afectan factores ambientales, con el solo propósito de mover capital transnacional.

La fuerza juvenil motiva la esperanza de que se formen movimientos contrasistema y que desde adentro del propio capitalismo verde, sean capaces de crear un nuevo modo de vida basado en el bienestar social y la relación armónica con la naturaleza, conscientes de que somos “polvo de estrella” y que inevitablemente mutaremos.

He oído que científicos críticos transdisciplinarios buscan la salida en el decrecimiento de la producción y el consumo, encontrando en ello una alternativa distinta a la del capitalismo verde. (O)

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