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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Cable submarino

07 de mayo de 2020 - 00:00

En medio de la crisis, el internet es un negocio boyante. Contrariamente a lo que se cree, buena parte de los datos informáticos cruzan los mares y llegan los continentes usando el viejo sistema de los cables submarinos. Al carecer de tecnología satelital, muchos países quedan sometidos progresivamente a las empresas privadas propietarias del cableado mundial, dueñas de una infraestructura de la que dependen las nuevas formas de relaciones sociales, a las que se ven compelidos los seres humanos por la pandemia.

El negocio no es nuevo, más bien es viejo. Curioso es el hecho de que después de casi dos siglos, las telecomunicaciones mantengan el sistema del cable como soporte de trasmisión de datos, aunque la tecnología alardea sus innovaciones. Se infiere, por lo tanto, que no se ha revolucionado mucho, o que los intereses de las industrias de cables y empresas de telecomunicaciones, promueven este sistema con fines de ganancia, monopolio y hegemonía.

Es propicio recordar que en 1880 el Presidente del Ecuador dio un poder al cónsul en Lima, para que celebrara un “ad referéndum” con los señores Fralick y Murphy y Ca., a fin que el cable submarino tocara Guayaquil. Poco después, funcionaba la comunicación telegráfica entre el puerto y Quito, desde donde se recibían y enviaban impulsos eléctricos a varios centros mundiales, que como sabemos, se traducían en palabras, cada una de las cuales tenía precio. Al igual que en el siglo XIX, en 2015 una empresa privada denominada Pacific Caribbean Cable System (PCCS), articuló a Manta, Ecuador, a la red de fibra óptica que inicia en La Florida, para la trasmisión de datos de internet a velocidad.

El negocio de las telecomunicaciones no está en crisis, todo lo contrario. Sin embargo, es uno de los campos de lucha entre las fracciones corporativas del capitalismo mundial en transformación. Las telecomunicaciones constituyen una ingeniería y economía de servicios que tiene muchos componentes. Impulsadas por el viejo dínamo del monopolio, muchas empresas, entre ellas las propietarias de los motores de búsqueda, intentan a su vez apropiarse del sistema de cable submarino, una plataforma sin la cual no pueden operar. En este complejo contexto, es oportuno hacer lecturas finas respectos de los conflictos que se dan en diferentes escalas, muchos de los cuales tienen que ver con la simplicidad y el negocio de un cable. (O)

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