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El Telégrafo
Cristian Bravo Gallardo

Amados y odiados, así son los ídolos

28 de noviembre de 2020 - 00:00

El adiós multitudinario es un evento reservado para pocos, es un adiós que provoca la aglomeración de miles de personas en donde se refleja el dolor de un pueblo por la pérdida de un ídolo que se lleva parte de su vida. La historia argentina, ha estado atravesada por figuras que marcaron un antes y un después en la sociedad y cuyas despedidas así lo demuestran.

Una de las primeras manifestaciones populares presente en la memoria del pueblo argentino, fue la del político Hipólito Yrigoyen, quien fuera dos veces presidente de la Nación y figura de la Unión Cívica Radical. El caudillo murió en julio de 1933 y a su funeral asistieron unas doscientas mil personas.

Tras el fallecimiento de Eva Perón en julio de 1952, el gobierno de Juan Domingo Perón decretó un duelo nacional de 30 días. Cerca de dos millones de personas formaron parte de aquella despedida y colmaron la Plaza Congreso y sus alrededores a lo largo de todo el trayecto. 

Décadas más tarde en 1974, fallecía a los 78 años de edad, el líder político que ocuparía por tres ocasiones la presidencia de la República, Juan Domingo Perón. Su cuerpo fue velado durante dos días en el Congreso, al cual acudieron cerca de doscientas mil personas, quedando fuera de la legislatura nacional cerca de un millón seguidores del fundador del movimiento popular que ha marcado la historia ese país. En la actualidad, la palabra “Perón”, continúa generando comentarios a favor y en contra en la nación argentina.

En marzo de 2009, el pueblo argentino despedía a Raúl Alfonsín, figura que encabezó el retorno democrático de la República.  El Gobierno de aquel entonces, decretó tres días de duelo nacional y al velatorio acudieron aproximadamente cien mil personas.

El funeral de Néstor Kirchner en octubre de 2010, al igual que el de Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín, estuvo marcado por la concurrencia de miles de argentinos hasta la Casa Rosada. A su despedida asistieron también figuras de la política nacional e internacional, de la cultura y del espectáculo, así como múltiples líderes internacionales.

La dimensión artística convirtió a Carlos Gardel en el primer mito argentino internacional, cuya carrera terminó producto de un accidente de aviación en 1935. Luego de una larga travesía, sus restos llegaron a Buenos Aires y fueron velados en el estadio Luna Park, donde se levantó una capilla ardiente a la cual asistieron cerca de cuarenta mil personas.  

El pasado 26 de noviembre, el pueblo argentino y el mundo deportivo fueron testigos de una despedida, que los pueblos guardan para aquellas figuras que despertaron grandes pasiones, aquellas que fueron amadas por unos y odiadas por otros, pero que jamás pasaron inadvertidos.

Diego Armando Maradona, se suma a esa lista de personajes que generó todo tipo de reacciones dentro y fuera de su país. Se constituyó en aquel ídolo, que a pesar de su comportamiento inadecuado y sus múltiples excesos, unió a todo un pueblo que encontró en el deporte sus más grandes alegrías y triunfos.

La pérdida de ese ídolo que surgió de los sectores populares, deja una sensación de debilidad en sus seguidores que encontraron en su figura momentos de alegría y olvido a su realidad. Bien decía Hebe de Bonafini “cuando un pueblo llora, no hay que preguntarle porque”.

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