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El Telégrafo
Mariana Velasco

Abrir la puerta…

21 de abril de 2021 - 00:00

La pandemia trajo muchas y variadas dificultades:  angustia por lograr la vacuna en un  caótico e improvisado sistema de salud ecuatoriano, falta de espacio en las unidades de UCI- Cuidado Intensivo, pérdida de empleo, ansiedad o fatiga, estar lejos de la pareja o de la familia, hasta el luto tras despedir a un ser querido sin haberle visto. Estados de excepción, confinamiento, emergencia sanitaria, restricciones, toque de queda, por COVID 19 agobian y perturban emocionalmente a las personas y comunidades al generar preocupación por su propia seguridad y la de sus seres queridos.

Cambios en el humor: inseguridad, angustia, incertidumbre, irritabilidad, tristeza, ira e impotencia, mayor consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, así como alteración en los patrones de sueño o apetito, a decir de los especialistas, son síntomas de un malestar emocional. El miedo, incertidumbre y la inseguridad, elevan los niveles de estrés.

En la medida que se retoma las actividades cotidianas y se adapta a los nuevos cambios de vida que son necesarios para cuidar nuestra salud, es recomendable buscar asistencia de los profesionales sobre todo cuando las acciones y emociones salen de control, cuando la soledad invade y siente que la situación le sobrepasa sin tener a quien contárselo o cuando la medicación prescrita no da los efectos esperados, afectando no solo a quien lo sufre sino además a la familia, trabajo, amigos o conocidos.I

Hace poco más de un año, no estaba claro que el encierro podía confundir sentimientos, o reflotar aquello que estaba latente, así como tampoco se tenía la debida percepción del riesgo y de su probabilidad de afectación, cómo de las consecuencias y repercusiones. Hoy existe.

El miedo a que todo se salga de control y a ser incapaz de tolerar la incertidumbre son características comunes de muchos trastornos de ansiedad. Siquiatras consultados, aseguran que una gran parte de los casos de ansiedad se basan en preocuparse por lo desconocido y estar a la espera de que suceda algo: el coronavirus es eso y a una escala macro.  Las constantes informaciones sobre la pandemia pueden parecer interminables y afecta la salud mental de muchos compatriotas, particularmente quienes ya viven con afecciones como la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

En medio de la incertidumbre que se vive ante la evolución de nuevas cepas, aún no hay evidencia que demuestre que sea mucho más probable que las personas mayores se contagien del coronavirus, a diferencia de los jóvenes. Sin embargo, los expertos afirman que, si las personas de más de 60 años se infectan, es más probable que sufran una enfermedad grave que amenace su vida, aunque su salud general sea buena. Las personas mayores con padecimientos médicos subyacentes están expuestas a un riesgo particularmente alto y la vacuna reduce el nivel de mortalidad.

Con 52 semanas entre cuarentena, restricciones, uso de mascarilla, cambios de color de semáforos, distanciamiento social y cuidados, hemos tratado de aprender a manejar un puñado de emociones, comprender que es vital tener tiempo de actividad e indispensable tener contacto con la naturaleza y luz solar.  Es necesario hacer ejercicio, comer bien y mantenerse hidratado.

 No crea todo lo que piensa. Los pensamientos no son declaraciones ni hechos, lo que lleva a abrir la puerta y despedirse de algunos pensamientos y sentimientos. Estos pasarán.

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