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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Lo mínimo: aborto por violación

18 de septiembre de 2019 - 00:00

Al escribir esta columna no se conoce el desenlace de la votación en la Asamblea acerca de la inclusión de aborto por violación en las causales de despenalización.

No obstante, las mujeres feministas confiamos que se habrá ganado esta batalla, lo cual debió ocurrir al menos seis años atrás, cuando el patriarca de turno amenazó a sus colegas con renunciar si se aprobaba esta causal. Hoy, algunas asambleístas de esa bancada, sin la presencia de su jefe, van a otorgar ese voto tan esquivo.

Despenalizar el aborto por violación es lo mínimo que como sociedad podemos hacer para no revictimizar a niñas que resultan embarazadas, la mayoría en sus propios entornos familiares. Esto es tan obvio que la mayor parte de la población lo aprueba y hasta los socialcristianos, con su líder a la cabeza, dicen estar de acuerdo.

Es imprescindible que el Estado desarrolle varias políticas públicas: el sistema de salud público debe garantizar este servicio gratuito, más aún considerando que la mayoría es de bajos recursos; se debe formular protocolos para que la víctima reciba información veraz y se respete su decisión; todo debe realizarse con mucha celeridad porque no pueden estar sometidas a la lentitud de la burocracia; el personal de salud a cargo debe ser capacitado para atender con empatía estos casos.

Además, cabe implementar campañas para informar acerca de la legalidad de la medida, y es necesario prever anticoncepción de emergencia. De las experiencias en otros países se sabe que a la despenalización del aborto por violación no sigue el incremento del aborto, solo se lo hace en condiciones de salubridad y no de clandestinidad, lo que evita riesgos innecesarios para las mujeres violadas.

Se ha puesto en duda que una mujer pueda mentir acerca de la violación para practicarse un aborto, pero cualquier supuesta prueba de la verdad sería un nuevo martirio para esas adolescentes. Una mujer muy difícilmente puede mentir acerca de hechos de esta naturaleza, la sospecha sobre las mujeres se ha instalado nuevamente, lo cual es parte de una mentalidad patriarcal.

Los asambleístas y la ciudadanía deben saber que en la salud reproductiva se reflejan descarnadamente las disparidades e injusticias sociales; despenalizar el aborto por violación es una medida básica, aunque escasa por sí misma, para reparar los daños provocados a niñas y adolescentes pobres de este país. (O)

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