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El Telégrafo
César Hermida

Entre el determinismo y el libre albedrío

11 de noviembre de 2017 - 00:00

La vida humana se da en el seno de tres dominios, biológico, cultural y social. En todos ellos la vida es colectiva, sana, fruto de la naturaleza en sus requerimientos corporales biológicos (metabolismo, sexualidad y procreación, movimiento neuromúsculo esquelético del trabajo). Es fruto de la subjetividad de pensamientos y sentimientos culturales, como usos, costumbres, creencias, creaciones, lengua, sentimiento de origen y destino común. Y es fruto de las relaciones de la formación social a la que pertenece, con la presencia del Estado nación.

Aunque entre los tres dominios existe una íntima relación, el componente corporal parecería tener cierto determinismo genético biológico, mientras en lo cultural hay una notable influencia del medio inmediato, y en lo social una determinación final por su grupo étnico, de clase o nacionalidad.

Yuval Noah Harari (De animales a dioses, Penguin Random House, Bogotá 2017, Pg. 128) asegura: “Según la ciencia de la biología, las personas no fueron creadas, sino que han evolucionado.  Y, ciertamente, no evolucionaron para ser iguales. La idea de igualdad se halla inextricablemente entrelazada con la idea de creación (…). Todas las almas son iguales ante Dios (…). La evolución se basa en la diferencia”. Pero la idea religiosa de igualdad ante Dios es más específica para el más allá, después de la vida material presente.

El autor también asegura: “La investigación biológica no ha conseguido obtener una definición clara de felicidad ni una manera de medirla objetivamente. La mayoría de los estudios biológicos solo reconocen la existencia del placer, que es más fácil de definir y de medir, de modo que habría que traducir ‘la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad’ por ‘la vida y la búsqueda del placer’”.

Aquí se puntualiza, primero que el placer no es solo biológico, sino también subjetivo, en una relación inseparable, y que puede ser sentido también colectiva o socialmente (al celebrar el triunfo del equipo nacional, al escuchar a un cantante o en una manifestación política). Segundo, que la vida, en cada dominio, exige su propia libertad para lograr el placer, que es no solo la emoción transitoria de la felicidad, sino la más permanente satisfacción de las necesidades humanas como derechos. Tercero, que el placer ha sido generalmente prohibido o restringido por el poder religioso.

La vida es la búsqueda del placer en los tres dominios, entre el determinismo de la naturaleza biológica y el libre albedrío de la cultura y la sociedad. (O)

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