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Pintados de rock

Pintados de rock
19 de abril de 2015 - 00:00 - Por: Pedro Ortiz Jr.

KISS es, en una sola palabra: FIESTA, no es la traducción literal al español. Sin considerarlo siglas, la mera palabra en inglés quiere decir BESO, pero con la lengua llena de sangre y fuego de Gene Simmons no creo que nadie quiera uno.

Alguna vez, y en esos años en que todo el rock fue considerado aunque sea una vez como “satánico” las iniciales de KISS respondían al mito urbano Knights In Satan Service (Caballeros Al Servicio de Satán), pero esto fue una parte de una serie de polémicas que los hizo famosos.

En mi caso toda la vida me llamó la atención este cuarteto de sujetos pintados con diferentes motivos sus caras, uno tenía una estrella en el ojo y la boca pintada de rojo, el otro parecía demonio, sacaba la lengua, escupía sangre, disparaba fuego y hasta volaba con las vampirescas alas de su traje, el baterista era un gato y el de la guitarra prima uno que parecía que venía del espacio.

Fue disfraz fijo en mi niñez para Halloween, hubo película, dibujitos animados y venta de juguetes con el motivo de KISS, ahora hay hasta funerales enteros, con caja pintada incluida que se promociona con el sello del grupo, esto sumado a su buena música y espectaculares performances le dieron fama  global, aun cuando entrando a los años 80 se quitaron la pintura para seguir una carrera con menos fantasía y más acorde a la “seriedad glam” de la era.

Cuarenta y dos años de historia y vinieron a Quito. Me embarqué en un bus a verlos, 8 horas de viaje. Lindo el terminal hasta que te cobran por usar el baño. Una señora sentada en una silla fuera de los servicios higiénicos que recibe a todos con voz cansina diciendo: “15 centavitos cuesta”, viene a mi mente dos países en un mismo lugar y momento, el moderno y el antiguo, en una voz que reclama centavos por usar algo que, no sé si me equivoque, debería ser gratis.

Lejos queda esa reflexión cuando tengo una cita con la historia del rock, esa noche toca KISS en el Bicentenario, y me voy, con emoción respiro hondo, pero no mucho porque mucha gente está fumando de todos los humos, me acerco al escenario, hay una cortina negra semitransparente que deja leer KISS, en breve y a la hora que dice en el ticket se encienden las pantallas gigantes, las más nítidas que he visto.

Luego se escucha la tradicional presentación de la banda, cae el telón y comienza “Quito (Detroit) Rock City”, no demora al segundo acorde que ya todo es una fiesta. Miles de gentes pintadas, otras con máscaras, banderas tricolores y claro celulares, cámaras, tabletas y toda la parafernalia moderna que usamos ahora para guardar en la memoria digital lo que nuestra memoria natural deje escapar.

El show fue sensacional, me dejó un gran sabor de boca, el corazón lleno de niñez, el pecho hinchado de sueño cumplido, El Diablo voló hasta el techo, la estrella surfeó entre la gente, la batería subía y bajaba al antojo del grupo y al final las máquinas escupieron más papeles blancos que una tormenta de nieve, cuando empezamos la retirada al son de “God Gave Rock and Roll To You” comenzó un despliegue de pirotécnica más grande y poderoso que diez fines de años juntos, lo mismo que estalla el cielo volaba mi alegría, fue como el mejor cumpleaños de un chico al que en vez de payasos le llevaron una banda de rock. (O)

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