Si el famoso personaje vestido de rojo, muy abrigado, con botas altas y de tupida barba blanca, espejuelos, abultada panza y cabellos cenizos por alguna suerte escasa de prodigios de repente fuera guayaco y no finés, seguro que ni siquiera se llamaría Papá Noel.

Estoy seguro de muchas cosas si el ‘Father Christmas’ hubiera nacido bajo el calor del sol incendiario y escandaloso de esta ciudad, si por sus venas corriera el fuego de la sangre huancavilca y no hielo escandinavo, cierto sería que en vez de rompope ropopompón se pegaría los tragos, de a toque no más, un ‘boleo’ vago, poquito pero seguidito, lo justo y necesario para que sus ‘broders’, yuntas y malajuntas lo llamen Pepo Nuel.

Pepo Nuel, no Noel sino ‘Nuel’ con u, porque sus panas son los mismos que van al ‘tiatro’ y quieren ver al Barcelona ‘campión’, así sería el man. Y claro, no sería gordo, por supuesto que lo último que pudiera ser con este clima ardiente es obeso. Con esa ropa y con ese camello. ¡Jamás!

El pana en diciembre se dedicaría a la labor de preparar las festividades y ver cómo diantres reparte los regalos, aunque de más está decir que tiene ganas de llegar con todos los juguetes donde la mamá de los niños, pero eso solo por estos meses, ya que de enero a noviembre desempeñaría otros oficios. Hay que parar la olla.

En enero estaría de vacaciones, visitando a sus amigos en Panamá y en Miami, y hasta una vuelta por la embajada en Londres se daría para visitar al ‘bro’ que le arregla la ‘compu’.

En febrero, ni dudarlo, a la playa derechito, Ruta del Sol, comenzando por Playas, montado en el techo del tour, listo con los tubos de llantas infladas y las ollas de comida, pavo por supuesto, ya que es bien sabido que el pavo de Navidad dura a veces hasta marzo.

Marzo para él sería vender productos para un negocio de multinivel, pastillas de dieta, café, seudopublicidad en internet, se vería cómo arma mejores pirámides que las de Egipto, lo veríamos por el centro, irreconocible, afeitado y no vestido de rojo sino completamente de blanco, como un viejo haciendo la primera comunión, como un santo sin aureola, como chulo cabrón, con ‘chuzos’ color blanco ganador, de punta picuda ‘amansalocas’.

En abril ya comenzaría a reclutar perros y gatos callejeros, para usar como renos, porque alguna vez trató con chivos, pero terminaron hechos seco. Pensó, para variar, en poner un chifa, pero mejor le salía el arroz con queso.

Para mayo busca novia para vacilar en su ‘tricineo’, mezcla de trineo con tricimoto, lleno de lucecitas navideñas con el que hace carrera para ganarse los ‘chochos’.

Ya en junio, julio y agosto estaría entrenando a sus enanos o duendes como le dice a sus 12 hijos, para jugar un interbarrial de fútbol que paga en efectivo, con ellos -más que una aldea- tiene un equipo. Si ganan, levanta la copa y tiene para las copas y arma belleza su siguiente trimestre -septiembre, octubre y noviembre- cuando ya se deja crecer la barba para caer en algún centro comercial desde el techo o pararse afuera de la bahía con un saco más lleno de ganas que de sueños.

Pepo Nuel llega a diciembre y en la fiesta de la empresa pequeña en la que lo contratan se las pega todas, se pierde la Navidad y también la paga. Termina preso, sin fianza y sin llave en la jaula.

Es Navidad y le permiten, como todos los años, que se vaya.