Ahora las personas que cuentan los finales o te hacen avances orales/escritos de las películas de moda son llamadas spoilers, anglicismo que sirve para tipificar lo que nosotros siempre hemos llamado sapada, por lo que deberíamos regresarle a los gringos de favor la palabra rebautizada con el nombre de froggers o con el slang (caló) en spanglish sappers.

Me ha pasado siempre, mi mejor amigo me arruinó Sexto Sentido diciéndome: “¡Loco, Bruce Willis está muerto!”. Fue suficiente, de eso se trata la película, no es como Titanic, que uno ya sabe que se hunde; o La Pasión o cualquier película basada en un libro.

Hace poco la maldición de los chismosos me golpeó fuertemente cuando sin querer leí en redes sociales un resumen de Star Wars: The Force Awakens; y claro, ahí fue donde me enteré de la muerte de Han Solo. Por eso, ante los estrenos de las películas que me interesan procuro ir dentro de la primera semana.

Y ahora lograr eso es un reto, somos una sociedad bombardeada de información, desde que abrimos un ojo hasta que lo cerramos, nuestro centro de entretenimiento cabe en la palma de la mano y nos escupe en la cara novedades, promociones, chirimbolos, música, telenovelas de la vida real; y además da la hora y sirve de teléfono. Nuestro despertador muchas veces es la TV programada para que amanezca con el noticiero, así que esos cinco minutos extra de sueño se los hace recibiendo noticias directo en el subconsciente. Y después no sabemos por qué andamos todo el día atribulados.

Sin embargo, la emoción de ir al cine es inigualable, todo un suceso. En mi caso es el lugar más feliz de la Tierra, estar esperando que comience a sonar el proyector, la cinta rueda, se amortiguan las luces y todo huele a canguil con mantequilla y nachos con queso. Soy de los que hasta mastica despacito para poder escuchar más la película que mis muelas reventando los crocantes.

La fiebre de los superhéroes llega con fuerza este año, ya vimos Batman V Superman, opiniones divididas con respecto a la cinta de Zack Snyder, quien se lució en 300 y Watchmen, pero que ha sido cuestionado en Superman: Man of Steel y en esta última, criollamente voy a explicar a este director diciéndoles que a él le gusta contar telenovelas con una gran pelea al final.

Al final me queda claro que estos superhumanos no son como los de mi época, antes era sencillo verse al espejo y fingir tener poderes usando solo una trusa y subiéndose las medias hasta las rodillas, una toalla en el cuello y papel higiénico con dos huecos hechos con la lengua para un frágil antifaz, la kriptonita era pasta de dientes verde y mi ‘batimóvil’ era un tanque plástico de ropa sucia en el que me metía y me lanzaba por las escaleras mientras mi mamá gritaba aterrada y después me carajeaba.

Ahora usan trajes especiales ceñidos al cuerpo, con fibras durísimas, pero flexibles; o armaduras de guerra impenetrables; Batman enciende sus ojos, la Mujer Maravilla está como para Victoria Secret, Aquaman parece el campeón de la WWE, Robin está muerto, Luthor tiene harto pelo, los villanos son bien vistos, Superman es mortal y ya nadie usa el calzoncillo por fuera del pantalón. (O)