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El cliente no siempre tiene la razón

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Me pasa mucho que me desencanto a diario de los servicios brindados, sean públicos o privados, básicamente porque me hacen sentir que aquella frase de “el cliente siempre tiene la razón” es un mito urbano, una repetición boba, una muletilla que hace que uno vaya por la vida sintiendo que tiene el poder de ser objeto de un servicio justo, pero no.

La mayoría de las veces en esta ciudad, el cliente nunca tiene la razón, o en el mejor de los casos su verdad está sujeta a consideración de un grupo que juzga si la tiene completamente o solo es “gadejo”, de tal forma que el “pague ahora y reclame después” se ha hecho una forma estándar.

Hace falta cortesía, premura, conocimiento en casi todos los aspectos de la atención al cliente, tanto de la personal, la telefónica o la de redes sociales, los servicios al cliente no deben ser simplemente apaga fuegos, sino reales brindadores de soluciones sin convertirse en “tontódromos” que hacen sentir miserable a quien busca ayuda en sus números.

El cliente nunca tiene la razón, parece que te dice la compañía de televisión pagada que por contrato te ata un año a su servicio cuestionable que te brinda una señal de calidad degradada para que te animes al HD, cuyo paquete de telefonía e internet luce como un baúl lleno de monedas de oro pero con serpientes escondidas entre ellas, cuando quieres terminar con ellos y te dicen que tiene un costo terminar la relación porque así está en el contrato.

Sabes como cliente que no vas a tener la razón y cuando de entrada tienes negado el buenos días, un por favor y un gracias, aunque uno provoque siempre la reacción cordial invocando al buenos días, por favor y gracias.

A veces siento que es una reacción, venganza y hasta justicia poética de cuando nos portamos maleducados con los dependientes, el otro día esperaba en la fila de la panadería y conté unas seis personas que llegaron ¡a exigir! su pan, sin holas, ni buenas tardes, y encima tuteando con el nada simpático y menos empático “Dame un dólar de pan”, eso sin contarles que estos antipáticos se colaban en la fila, apretándose contra la ventana, como con la necesidad de reproducir la sensación apachurrante de viajar en transporte público en la hora pico.

El cliente nunca tiene la razón, cuando notifica a la empresa pública que necesita una atención urgente, postea fotos de su necesidad, y llega primero la televisión.

¿Quién nos da una mano sin necesidad de realizar un papeleo, informe, reporte, detalles de nombres, apellidos, direcciones, números de teléfonos para ser atendidos después de una semana? Me pasó con un poste de luz.

Ahora lucho para que “a quien le interese” se manifieste con un parque abandonado y vandalizado e infestado de mosquitos, y contando voy los días exigiendo, ya bravo, que alguien se haga cargo del sin sentido de talar con razón árboles que comprometen cableado eléctrico, pero cuyos escombros descansan todavía después de una semana ahí mismo donde los dejaron, porque en esta ciudad el cliente siempre tiene la razón, solamente cuando se enoja. (O)

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