Publicidad
Click
Día contra el ruido
En abril se celebra un día en que se busca conciliar la paz y la armonía con la carencia de bulla, no de silencio, sino de tranquilidad: El Día Internacional sin Ruido que fue motivado por la Liga para el Deficiente Auditivo en Nueva York. Desde entonces se extendió a muchos más países.
Dado que conmemoramos esta fecha podríamos generar conciencia sobre lo que es el relajo, bullicio, escándalo, cacofonía, ruido y demás sonoridades destempladas que colabora profundamente con esa sensación de volvernos locos en pocos segundos.
Pero, ¿sabemos qué es el ruido? Pues bien, definamos: El ruido es catalogado como un conjunto de sonidos carentes de cualidades “musicales” o de significados que lo hagan agradable, en otras palabras, es indeseable y molesto.
Siendo así deberíamos, al menos por un día, semana, mes y por qué no, durante un año o años, tomar en cuenta el daño que causa la contaminación auditiva y por eso hay que prestar atención a los ruidos que producimos y bajar el volumen de la radio por más que la vecina te grite de vereda a vereda ¡Súbale vecino que la rumba va sola!
A lo mejor deberíamos poner silenciadores y no retumbadores en los escapes del carro, cambiando la mentalidad de rápido y furioso por calmado y feliz, después de todo el éxito sería mayor, si en vez que todo el mundo sepa que vas llegando aun cuando vas por la esquina, se sorprendieran diciendo ¡Y tú a qué hora llegaste!
Muchas veces pienso que este tipo de carro que emite estruendos y gases tóxicos es una proyección en venganza de la etiqueta que debe guardar su dueño para no hacer lo mismo.
Podemos apagar el televisor durante el desayuno, almuerzo y la cena para al menos comer sin el molestoso ruido del chisme y sus reporteros que graznan y firman con voces cada vez más guasonescas, también hay que llamar la atención de las autoridades para que tomen medidas si es que los escándalos en los barrios y vía pública ya son insoportables, y claro hay que evitar tocar el claxon de puro gusto o para sentirnos más poderosos y proyectar nuestra furia, histeria, virilidad o ganas de ir al baño, como cuando recién cambia la luz verde y el de atrás pita sin pensar que primero la vista del conductor debe mandar la información al cerebro que cambió la luz y este a su vez ordenar a los pies que acelere mientras saca el embrague para que el carro avance, o sea tu “¡PIIIIII!!!” no integra ese proceso corporal.
Hay que exigirle a los responsables de los lugares públicos que bajen el volumen de la música, aunque sea “bacán” para el del cyber tener la calle llena de reguetón que se enfrenta a la bachata que sale de la vulcanizadora mientras se pega los tragos con el pasillo que pone el sastre.
Aunque sea por un tiempo, intentemos evitar las actividades ruidosas reemplazándolas por actividades tranquilas y edificantes como visitas a museos y bibliotecas, dejar de gritar, al menos por un fin de semana ¡GOOOOL HIJUETAL POR CUAL!!! Y mejor hacer yoga en posición Adho Mukha Svanasa mientras nuestra mente vuela con el Hoo-Ponopono hawaiiano y se alinea con el Reiki Usui Tibetano, quien sabe y nos va mejor que meneando la chapa al ritmo del chacarrón. (O)