Fui amigo de Sharon, compañero de canal, compartí escenario en el teatro, en shows, muchos camerinos, entrevistas y especiales en revista La Onda.

En todas estas facetas puedo decir que fue un gran ser humano.

Fresca, divertida, detallista, conversadora, perfeccionista, creativa, colaboradora, bromista, una persona con defectos y virtudes, una persona en contacto con su humanismo.

Los renegones de la vida acuñan una frase ingrata “no hay muerto malo” pero ¿qué pasa cuando el muerto, en efecto, no fue malo?

Es el caso de Edith, profesional titulada de marketing que hizo de SHARON (así en mayúsculas) una marca exitosa tanto así que la muerte la sorprende dando conciertos a casa llena.

Estudiaba leyes también, había llegado hasta tercer año.

A lo mejor sea eso lo que molesta tanto a los odiadores, que una mujer humilde de Durán llegue a ser profesional primero y luego ícono popular.

Solo tengo palabras buenas para recordarla, destaco sobre todo su amor para lo que hacía, sus triunfos fueron de lucha y constancia, nunca puso mala cara por todo lo que decían y los chistes que hacían de ella, tenía buen humor y estaba llena cariño.

Ahora, a la diva, se le rinden los honores que dicta la ley del pueblo, que reclama lo que hizo suyo porque lo siente tan cercano que puede tomarlo con las manos y darle un beso que durará para siempre y con la certeza de que no va a ir a bañarse en alcohol para borrar la huella del cariño de los que tienen menos pero la volvieron más.

Respeto total, para sus allegados, familiares, hijos, no presten oídos a los sociópatas que en momentos de dolor público realizan actos desesperados para llamar la atención como perros de circo.

Esos son muertos vivos que llevan tatuado en el pecho un epitafio que reza: “intentadores de todo, concretadores de nada”, el castigo de esta plaga es vivir escondiéndose del destello fulgurante del éxito de los humildes, que es la derrota de los soberbios sin talento.

Nunca subestimes la mente de un artista porque sus sueños pesan más que tus pesadillas.

A su hija le queda la dicha de poder pronunciar el nombre de mamá con orgullo, porque era una mujer sin tacha, esa es de las mejores herencias que se pueden recibir.

Nos va a hacer falta, este espacio hoy se lo dedico para, Edith, y para Sharon, mi más sincero tributo de letras, porque ella sí, buena antes y buena después, buena siempre.

La vida no es corta si el amor es largo.