Pocos estamos conformes con lo que somos, tenemos o representamos. Hay inconformes con lo que trabajan, estudian y hasta con la religión que profesan y hay semanas que ni el equipo de fútbol de los amores últimamente contenta. Nadie está conforme con nada, y eso es algo.

El gordo quiere ser flaco, el flaco quiere ser tuqueado y el tuqueado también es inconforme. El blanco quiere tener color, mientras que hay quienes se someten a blanqueamientos en lugares explícitos y hasta en las zonas más recónditas.

Las zambas se alisan el pelo y las lacias se hacen los churros, las de cabello corto quieren tenerlo largo y las que lo tienen largo están pensando en cortárselo al tiempo que solicitan depilaciones totales de ceja, axilas, bigote, piernas, bikini, asterisco, pelos de la nariz y hasta de orejas.

Los ojos cambian de acuerdo al ánimo o a la semana o al día, que si azules, que si verdes, que si violetas como Liz Taylor, aunque sean como Wendy Sulca, siempre se busca algo más “clarito” para ser “ojigato” y combinar con las pestañas postizas, las uñas acrílicas y sobre todo para que destaquen las chichis tallas 400 y poder responder cuándo les pregunten: “mamita todo eso es tuyo” con un “¡claro que sí, yo las pagué!” (risas grabadas).

Los calvos se injertan pelo, los que son peludos se quejan de su “frente calzada”, los patuchos usan suelas altas, se ponen plataformas en las plantillas y se peinan como Bart Simpson para crecer unos centímetros.

Siguiendo en el cabello, las rubias quieren ser morenas y las morenas ya son todas “rubias-raíces negras” y es real que una rubia paraliza el tiempo como Sharon Stone cuando De Niro la mira por primera vez en Casino, pero no es el caso de la “señorita” Laura por el canal de las estrellas.

Los narizones hacen fila para hacerse ñatos y los ñatos que respiran por un tomacorriente quisieran tener el naso de Cyrano de Bergerac para ganar las carreras del amor por una nariz y por la habilidad del manejo de la lengua (mal pensados) con poesía, palíndromos y retruécanos.

Defectos que son estereotipos y upgrades que se vuelven otros estereotipos, nadie está exento de la falta de perfección, al final el tiempo y la fuerza de gravedad son el jalón de orejas de Dios, que resentido debe de andar al darse cuenta que nadie quiere estar como Él nos mandó al mundo… bañados en sangre y llorando a gritos.