Desde la Av. Patria hasta la Av. Naciones Unidas, y a lo largo de las avenidas Amazonas y de Los Shyris, incluso unas cuadras más al norte, es considerado el hipercentro de Quito. Ahí se ubican las matrices de las principales entidades bancarias, de telecomunicaciones, grandes consultoras, oficinas de seguros, centros comerciales y más, que pertenecen a una nueva economía que apareció alrededor de los años setenta: una economía de servicios.

Según Gustavo Durán, doctor en Estudios Urbanos, las ciudades históricamente reflejan un poco la economía de los territorios, se edifican de acuerdo a los intereses colectivos respecto a su actividad económica. Por ejemplo, en la época de la Colonia la centralidad de Quito se desarrollaba conforme a los poderes del Estado y de la Iglesia. Además, estaban presentes los mercados agrícolas y en torno a ellos se consolidaban las viviendas desde donde se estratificaban los lugares, pues había la zona donde vivían los españoles, otra donde vivían los indios, otra para los criollos, etc.

Según Durán, la ciudad nunca se queda estática, cambia, es un organismo viviente. La formación de nuevas centralidades es un fenómeno natural al proceso de urbanización que refleja la economía del momento. Él explica que en América Latina, a partir de los años setenta y ochenta, inició un proceso de transformación económica muy fuerte debido a 2 motivos: uno fue la penetración de la doctrina neoliberal que supuso la apertura a los mercados internacionales, transformando las economías internas, las economías agrícolas y de manufactura simple, a un modelo de economía del tercer sector, que básicamente es una economía de servicios. El segundo motivo es la revolución tecnológica que llegó junto a esta nueva economía, como el Internet y la masificación de la computación.

“Esta economía de tercer nivel no produce nada tangible, consolida mercados en torno a actividades vinculadas al mundo de la informática. Es una economía que gira en torno a estos servicios. Como siempre ha pasado, la ciudad ha reflejado en términos físicos, urbanísticos, esas transformaciones económicas”, comenta Durán.

Quito es una ciudad que crece alrededor de una economía de servicios. Las personas abandonaron el Centro Histórico y, de alguna manera, colonizaron nuevas áreas formando con el tiempo nuevas centralidades.

Según Handel Guayasamín, presidente del Colegio de Arquitectos de Pichincha, las personas que tenían mayores ingresos en el Centro Histórico buscaron un nuevo hábitat de mayor confort, de ahí surge La Mariscal; sectores medios se desplazaron para otras zonas como La Floresta.

“Estos procesos en el tiempo se repitieron, los sectores que otra vez tenían una posición económica y social alta migraron y produjeron un vaciamiento de las zonas residenciales. Estas se ocuparon con actividades de tipo comercial y de servicios, convirtiéndose en un nuevo centro”, señala Guayasamín.

Es así que hace unas décadas, desde las avenidas Patria y Amazonas, empieza a desarrollarse hacia el norte un eje bancario que actualmente llega a la avenida Naciones Unidas, incluso más allá. En este hipercentro, además de la concentración financiera, hay gran cantidad de servicios de diferentes profesionales como médicos, abogados, arquitectos y contadores, entre otros, además de servicios turísticos y centros nocturnos.

Esta aglomeración de servicios se desarrolla sobre áreas urbanas ya existentes. Por ejemplo, la zona que rodea a la calle La Pradera era un área residencial con casas de 2 pisos. Las transformaciones urbanísticas hicieron que el mercado inmobiliario compre esas viviendas, las derribe y levante grandes edificios.

Durán asegura que el boom petrolero en los años setenta fue el que dio el impulso financiero para desarrollar una ciudad de altura y densificada, sobre todo alrededor de uno de los bienes más preciados que tiene el hipercentro, el parque La Carolina.

Aunque existe este gran hipercentro, según Guayasamín, Quito se desarrolló de manera muy fragmentada, se dio un proceso de segregación urbana.

De acuerdo con Durán, hace algunos años el mapa de Quito era lineal, ahora tiene un modelo policéntrico, es una ciudad difusa. De ahí que la capital cuente con varias centralidades, por ejemplo, la zona sur tiene una centralidad en la Villaflora, otra en la calle Michelena y se está conformando otra en Quitumbe; en el norte hay centralidades en La Mariscal, Carapungo y La Kennedy, entre otras.

“Lo que sucede fundamentalmente en América Latina es que se urbaniza de una forma vertiginosa. Pasó de un modelo monocéntrico con una expansión compacta a un modelo de ciudad policéntrica a través de una urbanización difusa, que deja espacios en blanco. Esto es lo que ha pasado en los últimos 25 años en Quito”, señala Durán.

Aunque el hipercentro puede generar una serie de dificultades, sobre todo cuando no responde a una planificación urbanística, los especialistas coinciden en que estos son beneficiosos. Cuestionan el modelo de crecimiento de ciudad difusa porque transforman suelo rural en urbano, ocupan espacios agrícolas, y fragmentan la ciudad. De ahí que la idea es que en los hipercentros haya múltiples servicios acompañados de zonas residenciales.  

La tendencia es que el eje del hipercentro de Quito siga creciendo y que luego asuma toda la zona del Bicentenario.

Consejos

Quito debe plantearse en una línea de futuro verde, debe descontaminar sus aguas y el medio ambiente. Si se empieza a densificar la ciudad, el agua debería ser procesada antes de ir al río Machángara.

Se debe clasificar la basura desde su origen. La capital produce alrededor de 2 mil toneladas diarias de basura.