Publicidad

Ecuador, 01 de Mayo de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo

Publicidad

Comparte

Take Man, Donoso Pareja: ¿el texto o la vida?

-

El tequi man era un juego de niños ejecutado en Guayaquil en los años cincuenta. Inspirado en las antiguas películas norteamericanas de cowboys, era una variación del “escondido”, que se jugaba desarmado. El tequi man exigía un arma que podía ser un revólver de madera o de plástico, cuando no la mano desnuda formando el cañón con los dedos índice y medio, el gatillo presionando el mayor contra el anular y el meñique. Arma infalible, esta última, nunca se descargaba.

 

Yo creo que a lo largo de toda su vida, Miguel Donoso Pareja ha considerado la existencia como un gran texto. Aunque las nociones de texto son varias, convendría recordar algunas, sobre todo aquella que deriva del latín textus, en la que las palabras son consideradas como un tejido. Para nuestro autor, las acciones vitales: las luchas políticas, el amor, en sus múltiples complicaciones; el deporte, la ideología y la contraideología, las ciudades, el erotismo y la muerte son esa tela que hace la vida, el texeje o el reconocimiento destacado por Dante en su fuga de la Toscana, o Ariosto en el Orlando furioso.

 

Claro que texto, el término en sí mismo considerado, se ha aplicado al tejido lingüístico de un discurso escrito, sucesión de palabras y signos de puntuación que en líneas continuas constituyen la obra: poesía, prosa, drama, pero siempre dotado, o rodeado de significados; el texto entonces es una prueba de algo acontecido, de ahí el título del libro de Miguel Donoso: El texto como prueba. Una experiencia que puede ser leída a través del tiempo como un contrato humano por los historiadores, los espectadores de cine o el drama, y hasta por los melómanos, pese a que aquí se trata de otro lenguaje, el de los sonidos.

 

Donoso Pareja ha construido, tejido, este libro entre dos épocas: un lapso que va del siglo XX, el año 1970, hacia el XXI, pues el último texto data del año 2006. Los lugares donde han aparecido son diversos, igual que los canales de ejecución: congresos, encuentros de escritores, conferencias, entrevistas, presentaciones de libros, todo ha dado cuenta de ese afán permanente de confrontar, dialogar por medio de la escritura con los otros (nosotros, se podría también decir).

 

Por eso he querido ir al asalto del escritor con algunas ideas para ilustrar mejor este deshilachado tejido mío, podría decir: “Quieto ahí, Donoso Pareja: ¿el texto o la vida?”.

 

A mí me impresiona ver cómo Miguel Donoso Pareja ha podido preservar estos textos, en tantos viajes, ciudades, cambios de residencia a lo largo de los años, casi 40 desde que escribió De la integración racial a la toma de conciencia del negro y la lucha de clases en los Estados Unidos (1970); hasta Erotismo: ¿Naturalidad o transgresión? (1993), pasando por otros muchos ejemplares como: Chile: Desarrollo ideológico y literatura (1971); o Hi Chi Minh: Acción y humanidad, (1972), etc.

 

Pero más que eso, considero valiente la posición del autor hacia sus lectores, sin temor a que en un lapso tan dilatado, la finalidad del mensaje textual, la variación de la relación entre texto y contexto, haya cambiado notablemente.

 

En realidad todo texto escrito está destinado a ser acogido en diferentes contextos; aquello los perenniza, este libro es prueba de ello. No tengo muy claro el subtítulo: Amorfinos de fútbol y literatura. ¿Serán dos actividades humanas, jugar y cantar, que pueden unirse en un autor, en un libro como prueba, o es solamente un acto lúdico con el deporte, que ya apareció en una novela suya: Hoy comienzo a acordarme?

 

Yo creo que el intento de trabajos como los del autor, a medio camino entre el ensayo y la crónica, es examinar junto con el texto el contexto pragmático en el que se han producido. Así podríamos escoger varios según nuestros “gustos” o necesidades, en todas ellas el contexto pragmático estará presente porque son eso, pruebas; y tuvieron, tendrán ahora, un resultado inmediato apoyados en la lectura.

 

El ámbito de los motivos es amplio: son aquellos hechos de la historia que poseen un significado aparente y hasta oculto, en la contienda de las convenciones culturales. Al menos esto es la naturaleza propia del ensayo, de todo texto de buena ley, como él mismo gusta decir. Existen “temas” en este libro, como ese ejemplar recorrido por la vida del poeta, estudioso y líder revolucionario Ho Chi Minh, que ha vuelto a semantizarse en cada una de sus realizaciones; en esta, de Miguel Donoso, donde su significado primigenio, culturalmente determinado (no agotado), asume un nuevo valor en el apartado donde él lo inserta: Extranjeros en el campeonato doméstico.

 

En otros casos se intenta dotar a la historia, así sea una historia lejana a nosotros, de una evidencia condicionada que el autor también vivió muchos años: el exilio, presente también en el texto sobre Bruno Traven y Red Marut, donde ejecuta esa Aria que le fascina: la ambigua fidelis, de este escritor y concientizador nacido en Norteamérica, pero criado en Gran Bretaña y Alemania, “una de las individualidades más inquietantes de este siglo”, como dice nuestro autor, quien durante toda su vida escribió con un doble Red Marut, logrando un reconocimiento para ese ser inexistente, casi un personaje para Ítalo Calvino.

 

Decía que este texto, De la praxis al servicio de la ideología a la contraideología como praxis, Miguel Donoso Pareja debe haberse sentido muy a gusto al escribirlo: ejemplifica mucho las teorías sobre autor-obra-narrador, que han interesado tanto al escritor; por otro lado, como un gran tapiz escenario aparece el exilio, “esa sensación de nunca estar del todo”, que decía Julio Cortázar, o “el enigma de las dos patrias”, de César Dávila Andrade. Bruno Traven, desde el comienzo de su accionar revolucionario, elige el anonimato: no se nombra Traven sino Torsvan y todo se ofrece en una suerte de ocultamientos.

 

Recorre el autor en su crónica Sus muertes como en un juego de cambio de identidades: “El 1° de mayo de 1919, Red Marut es condenado a muerte. 50 años después, el 26 de marzo de 1969, moría en México pero bajo otro nombre: Bruno Traven”. Es que luego de una actividad efectiva en México, busca el centro del mal en la Alemania prenazi y revive a Red Marut, luego del fracaso de la república de Baviera es apresado y condenado, escapa y aparece Traven, otra vez, el paso definitivo del militante político al escritor. Sin embargo, existen como complementos, no puede existir el uno sin el otro, no pueden explicarse. Yo no sé cómo Miguel Donoso Pareja no escribió una novela con este material: un personaje que se esconde públicamente, que muere sin morir y reaparece en un libro. Marut y Traven, una suerte de renaceres.

 

Cesare Segre plantea que se puede estudiar la vida de un texto a lo largo de su historia, habla de una forma documental, centrífuga, y de otra interpretativa centrípeta. Esto causa que se opongan trabajo textual e intuición, sistematización e ingenio. Los elementos, las funciones, se alteran gracias a la experiencia de tratar con otros textos (otras pruebas en el sistema donosiano) donde se pueden identificar presencias y desgastes (del lenguaje, de las ideas, etc.). Las verdaderas actividades conjeturales permanecen inalterables al paso de los tiempos; sólo el mismo autor puede desconfiar de sus textos, otros lectores, cuando no estuvieren de acuerdo con ellos, simplemente los rechazarían.

 

Para mí, incluso un libro de ensayos y crónicas, tiene un centro que lo atrae, centro fijo que no se desplaza por la presión del libro y las circunstancias de su composición. En este caso es la literatura y su práctica significante, a lo largo de los años. También este centro fijo se desplaza, si es verdadero, pero sigue siendo el mismo y se hace cada vez más central, más escondido, más cierto e imperioso.

 

El que escribe el libro lo escribe por deseo, por desconocimiento de ese centro que busca. Este parece ser el caso de El texto como prueba: puede suceder que algunos de estos ensayos recogidos aquí sean rechazables para alguien, incluso para mí, pero no dejan de plantear inquietudes, nuevas propuestas que los enfrentan a otras ideas. Citaré uno que en el libro me resulta fundamental: “La novela. ¿Función didascálica o interrogación?”. El mismo texto se encarga de plantear el problema, ese centro del que habláramos hace poco, la cita es pertinente (no importa que sea larga); escribe, Miguel Donoso Pareja:

 

La novela es un acto comunicativo por excelencia en el que la relación emisor-receptor rebasa la simple entrega de datos, información y órdenes, y se cumple en las preguntas, en la dinamia constante, en la búsqueda de respuestas que, por anheladas y necesarias que sean, nunca serán definitivas sino al principio de nuevas preguntas; todo esto porque el signo literario incluye al lector, y es con éste, con la lectura, que construye sus sucesivas y cambiantes significaciones. En otras palabras, todo texto es escriptible, se lo reescribe al leerlo.

 

Discute el autor el viejo debate sartreano de ¿Para qué sirve la literatura?, en el caso específico de la novela, género tan en auge siempre, pese a que por todos lados, desde el silgo pasado, se vaticina su fin. La novela en cuanto a género, de genus scribendi latino, o los genes literarios, fracasó en su idea de acto didáctico (didascálico) y se quedó en la órbita de las preguntas y respuestas, ejercidas en vidas de personajes heroicos mejores que nosotros, o pusilánimes, ruines, peores que nosotros, a veces ridículos y bufonescos, cuando esas acciones tienen su propia dinamia en la lectura de los otros (nosotros) para quienes el “bien” puede ser el “mal” o viceversa y así hasta el infinito.

 

Puede (y de hecho lo es) ser difícil buscar definiciones a este debate, y Miguel Donoso Pareja en El texto como prueba se apura en advertir parafraseando el “Yo escribo, no hablo”, de Juan Carlos Onetti: “Yo escribo novelas, no hablo de ellas, ni me atrevo a definir el género (…) podría interrogarme sobre lo que para bien o para mal hacemos y es, por sobre todo, una cadena interminable de interrogaciones, es decir, un intercambio de sentidos, una búsqueda de conocimiento”.

 

Hasta aquí, más que nunca, El texto como prueba se plantea como un enunciado, un gran enunciado de lo que corresponde a una vida (del autor) y su paso por la lectura (las lecturas), desde una postura crítica horizontal (que une elementos de la superficie del texto) con una visión vertical (que conecta la superficie del texto con una estructura profunda). Esto comienza a evidenciarse en los textos que corresponden al apartado: “La tricolor: selección de mayores”, que veremos jugar en la mitad del libro.

 

Se trata de un amplio recorrido por la obra de autores nacionales mayores, todos ya muertos y destacados (no por haber fallecido sino por sus obras aún vigentes): Enrique Gil Gilbert, José de la Cuadra, César Dávila Andrade, Jorge Carrera Andrade, Adalberto Ortiz y Pablo Palacio; de esta delantera de primera línea, el que más tiempo juega es el lojano Pablo Palacio: 58 páginas en un texto escrito como primer borrador en España, y terminado no sé cuándo, el autor no lo consigna.

 

Revisa Donoso Pareja la producción literaria en la hora de la aparición de Palacio; lo más destacado es la diversidad de esa producción, donde “conviven varias corrientes literarias en esos días”. Una expresión casi naturalista en A la costa, de Luis A. Martínez, Cosas de mi tierra, de José Antonio Campos, definitivamente costumbrista, pese a alguna utilización del habla popular coexistiendo con una prosa modernista: Égloga Trágica, de Gonzalo Zaldumbide, y un texto novelesco del mismo Medardo Ángel Silva: María Jesús. Con más fuerza, La embrujada y Plata y bronce, de Fernando Chávez, preludiando el indigenismo. Como se puede notar, no existe una línea clara de expresión en la época en que Pablo Palacio comienza a escribir: modernismo, vanguardia; realismo social y costumbrismo. Es fácil colegir que el futuro gran novelista se habría de inclinar por el movimiento menos canónico de la época: el vanguardismo, donde el valor mayor es la ruptura de modelos poéticos y la confrontación ideológica. Donoso Pareja lo prueba en su texto cuando escribe:

 

El cambio ideológico-estético no se produce en un vacío social, sino que, por el contrario, encuentra en el modo social de la producción literaria sus condiciones de realización. Como momento revolucionario de la transformación de las relaciones intelectuales, la vanguardia propone no sólo cambios estéticos: también un concepto radical de libertad, el desprecio de las instituciones sociales, el rechazo de las formas aceptadas de la carrera literaria y la consagración.

 

En nuestro país se adopta entonces esta visión doble del realismo: por un lado, el realismo social de Jorge Icaza, Gallegos Lara, Gil Gilbert, José de la Cuadra y Demetrio Aguilera; por el otro, el realismo abierto donde habitó solitario Pablo Palacio. La noción de realismo abierto venía directamente de Europa, donde André Breton habla de un “racionalismo abierto que no podía dejar de corresponder a un realismo abierto o surrealismo que produce la ruina del edificio cartesiano kantiano y trastorna de arriba abajo la sensibilidad”.

 

A este principio se acoge Pablo Palacio porque una gran literatura nunca puede nacer del caos, es una idea histórica, una “fe activa y multitudinaria que obedece a un movimiento social contemporáneo”, como lo afirma José Carlos Mariátegui. El texto de Miguel Donoso pasa revista por la producción de otros autores paralelos a Palacio, desde sus relaciones con literaturas no directamente relacionadas con la circunstancia nacional, hasta las interpretaciones y acogida de su obra en la época y en los tiempos actuales.

 

El desconcierto que produjo al comienzo nunca ha decaído, su obra estudiada y elogiada ocupará con derecho un lugar destacadísimo en la producción novelística ecuatoriana y tendrá un pedestal en el Museo de la novela que pensara Macedonio Fernández.

 

Aparecen en el libro otras secciones, otras pruebas divididas con las definiciones de amorfinos de fútbol y la literatura como el autor las llama, ellas son: ‘Los cracks de hoy; Área de candela’, ‘Segundo tiempo, Fauls y agresiones mutuas’; ‘Entran al quite’, hasta una final ‘Definición por penales’, donde trata el erotismo, uno de los tópicos de la propia literatura de autor, larga y erudita lectura que retoma el tema de la religiosidad y el erotismo del marqués de Sade; el horror y lo imposible de Georges Bataille, hasta Cyrill Connolly y su Tumba sin sosiego, donde este autor inglés asegura que: “El objeto del amor es acabar con el amor, lo conseguimos a través de una serie de amores desdichados o, si no hay estertores, a través de un amor feliz”.

 

Creo que cada uno de nosotros, a la vuelta de cada página de este libro, podríamos asaltar a Donoso Pareja, apuntarlo con más preguntas que las que he intentado responderme aquí, decirle: “¡Quieto ahí, Donoso Pareja! ¿El texto o la vida?”.

 

No sé cuál sería la decisión de él, seguro que no nos extendería el texto, aunque tampoco la vida porque se complementan, uno con otra; yo mejor me escondo, disparo: ¡Bang! ¡Bang!

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media