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Rosa Luxemburgo en nuestros días

El pensamiento de Rosa Luxemburgo es de apremiante actualidad, porque la ideología revisionista, oportunista de Edward Bernstein, a quien ella combatió hace 115 años, avanza hoy por nuestros países transmutada en neoliberalismo.

 

Apenas había muerto Federico Engels en 1895, quien sobrevivió en más de 10 años a Marx, cuando se desató en Berlín, en el seno del partido Social Demócrata (SPD) una encendida polémica liderada por Bernstein, quien entre 1896-98 inició una serie de publicaciones bajo el título de Problemas del Socialismo. Pedía que se revisaran las tesis de Marx, y que se abandonara la teoría del colapso del capitalismo, piedra fundamental del socialismo científico.

 

Bernstein observaba en el capitalismo de su época una gran capacidad de adaptación y estabilidad, así que fue abandonando las tesis marxistas, incluidas la teoría del valor y de la plusvalía, y optando por la realización progresiva de reformas del sistema capitalista, que sintetizó en lo que denominó “principio cooperativista” como objetivo del movimiento obrero, a cambio de una socialización de la producción , y proponiendo simplemente reformar el comercio y crear cooperativas de consumo, sin la menor intención de trascender al sistema capitalista.

 

Por ese tiempo llegó a Berlín la joven polaca, Rosa Luxemburgo. Desde niña, se había acostumbrado a enfrentar los prejuicios contra las mujeres y la discriminación contra los judíos que las autoridades zaristas imponían en su patria ocupada, y se había empeñado en estudiar y cultivar su brillante inteligencia, pero por su militancia socialista tuvo que exiliarse a los 18 años en Suiza, donde estableció contacto con revolucionarios exiliados y se unió a la dirección del recién fundado Partido Socialdemócrata Polaco.

 

En 1898 terminados sus estudios de Derecho, se radicó en Berlín, donde se afilió al Partido Socialdemócrata alemán (SPD). Desde su llegada participó en los debates teóricos que lideraba Edward Bernstein. Resultó una formidable opositora a su revisionismo. Ya desde septiembre de ese año comenzó a publicar una serie de artículos en el Leipziger Volkszeitung, criticándolo, artículos que constituyen lo fundamental de su libro Reforma Social o Revolución, en el que está consignada parte importante de su pensamiento.

 

Pero más allá de los debates, pasó a la acción, encabezando las protestas de los socialistas de izquierda contra la Primera Guerra Mundial (1914-18) y contra la renuncia del SPD al internacionalismo pacifista, por lo que fue detenida en 1915, pero continuó escribiendo desde la cárcel.

 

En 1918 obtuvo la libertad, a raíz de la revolución que hizo abdicar al emperador Guillermo II, y lanzó junto con Liebknecht la Revolución espartaquista de 1919. Como él, murió en Berlín el 15 de enero de 1919 asesinada por los militares encargados de su represión. Su cuerpo fue arrojado a un canal helado. Meses después un cadáver hallado en el río, se supuso que era el de la revolucionaria y se le dio sepultura en el cementerio de Friedrichsfelde. La tumba, desde entonces es un lugar de peregrinación, cubierta de rosas rojas.

 

Lo esencial del pensamiento de Rosa Luxemburgo

 

Su pensamiento, acrisolado por esa auténtica vida de lucha revolucionaria hasta dar la vida por sus ideas, es su legado que adquiere relevancia en el mundo, especialmente en América Latina y el Caribe progresistas. Ha quedado condensado ante todo en su libro Reforma Social o Revolución, y en escritos sobre la mujer (1902-1914) a favor del voto femenino y de la mujer proletaria; sobre Teoría y Práctica y sobre las huelgas, los partidos políticos y el sindicalismo, lo mismo que en sus aportaciones teóricas originales en torno al imperialismo y al derrumbe del capitalismo, que creía inevitable.(1)

 

Imposible en tan corto espacio, resumir todo su pensamiento. Solo sintetizo un par de aspectos de particular relevancia entre nosotros: la transición al socialismo y la necesidad de la organización y conciencia de clase del proletariado.

 

Según Rosa, el socialismo sería una utopía si el capitalismo fuera indestructible, pero estaba segura de que se agravarían las contradicciones entre el modo de producción y el modo de apropiación, incrementando el antagonismo entre capital y trabajo, hasta la conquista inevitable del poder por la clase trabajadora, haciendo que el socialismo pase de ser un ideal soñado por la humanidad durante miles de años a ser una necesidad histórica.

 

Reforma social o revolución

 

En su libro Reforma Social o Revolución, Rosa Luxemburgo sostiene que no hay oposición entre las dos, sino un lazo indisoluble. Se entiende obviamente, reforma social alternativa al capitalismo, no las reformas al capitalismo.

 

En este contexto, debe entenderse el postulado luxemburgiano de que las luchas por las reformas sociales son el medio, la revolución social, el fin. Es un nexo dialéctico, pero hay que tener en cuenta las condiciones de cada época, pues no se trata de cualquier reforma, dado que la llamada “reforma social” encuentra sus límites naturales en los intereses del capital.

 

El problema, señala Rosa, es que la diferencia entre ambas no es el “tempo” o el ritmo de los cambios sino su contenido y orientación.

 

Según el sociólogo Atilio Borón,(2) las reformas, genuinamente orientadas a cambiar la sociedad, pueden objetivamente abrir el camino a la revolución. Pero no siempre es fácil distinguir entre las genuinas y las que no lo son; aquellas se caracterizan por sus efectos acumulativos y multiplicadores, desencadenando una dialéctica de “reformismo permanente” en la que la agenda de la emancipación social se expande vigorosamente y en consonancia con la visión y el proyecto del socialismo.

 

Y añade que si estas afianzan la capacidad de organización y lucha de las clases populares, si elevan el nivel de su conciencia política, si promueven políticas que debiliten los dispositivos de dominio de la burguesía, y si todo esto se cristaliza en nuevas correlaciones de fuerza cada vez más favorables al campo popular y en arreglos constitucionales y legales que ratifiquen con todo el peso de la institucionalidad estatal los avances de las clases populares, la dialéctica de la lucha de clases puede finalmente consagrar el triunfo de la revolución.

 

El dilema Reforma Social o Revolución, ha sido objeto de intensos debates, inicialmente, en la época de Rosa Luxemburgo, la reforma que se proponía era la del capitalismo. Hoy el tema se plantea en otros términos: reforma, como fase revolucionaria contra el capitalismo.

 

La necesidad de la organización

 

Este es otro aspecto particular del pensamiento de Rosa Luxemburgo, que se basa en su convicción democrática de que la entera fuerza del movimiento laboral depende del conocimiento teórico. Esto es de fundamental importancia, aunque poco mencionado.

 

Según Rosa Luxemburgo, cuando la ciencia y los trabajadores, polos opuestos en la sociedad, lleguen a ser una unidad, destruirán en sus brazos de acero todos los obstáculos a la cultura. Es pues del interés de la masa proletaria del Partido ponerse al día con las controversias teóricas.

 

Rosa decía que mientras el conocimiento teórico sea un privilegio de unos pocos intelectuales se correrá el riesgo de desviarse. Solo cuando la gran masa de trabajadores tome en su mano las armas del socialismo científico, se verá lo malo de las inclinaciones petit bourgois y el oportunismo.

 

La creciente organización y conciencia de clase del proletariado, para Rosa Luxemburgo es factor activo de la revolución, una de las tres bases científicas del socialismo, junto con la creciente anarquía del capitalismo que lo lleva inevitablemente a la ruina y la progresiva socialización del proceso de producción que crea los gérmenes del futuro orden social.

 

Esto es también fundamental porque, “la única arma con que cuenta el proletariado es su organización”, como lo expone Lenín en ¿Qué hacer?. Allí especifica que la clase trabajadora no dispone de recursos económicos ni de grandes medios de comunicación de masas, y las leyes e instituciones del Estado operan siguiendo una lógica clasista que reproduce y perpetúa la subordinación de las clases populares al bloque dominante.

 

Por consiguiente, así como resulta prioritario el esfuerzo por fortalecer la clase popular y los movimientos sociales en general, es de estrategia elemental saber transitar el camino de las auténticas reformas hacia una revolución creativa y perdurable.

 

NOTAS DE PIE

 

1. The Rosa Luxemburg Reader, edited by Peter Hudis & Kevin B. Anderson, Monthly Review Press, New York, 2004, Part II, 125-167. Atilio A. Borón, Estudio Introductorio: Rosa Luxemburgo y la crítica al reformismo socialdemócrata Leer el libro Reforma o Revolución de Rosa Luxemburgo en http://bibliotecasolidaria.blogspot.com/ 2009/10/reforma-o-revolucion-de-rosa- luxemburgo.html Ver la afamada biografía Rosa Luxemburgo de J.Peter Nettl, ediciones era, México 1974.

2. Op.Cit. P.131.

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